Mi cartero llama dos veces
Señor juez: A mí no me va a matar la droga. A mí me lleva a la tumba el servicio de Correos, ya ve usted.Hoy se cumplen seis días desde la última visita del cartero. Mi
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cartero también llama dos veces; lo que ocurre -desde hace años- es que las espacia con parsimonia a lo largo de toda la semana, tenga o no correspondencia urgente que repartir.
Comprendo muy bien que las cartas circulen con muchísima mayor lentitud que en tiempos de Miguel Strogoff. no crean riqueza como las empresas de mensajería. ¿Flor qué cree su ilustrísima que utilizo éstas a diario, y por qué cree que tuve que comprarme el telefax con el que le trasmito este addio alla vita? Lo que me cuesta admitir es que, una vez en su destino, necesiten un número imprevisible de días para recorrer los 200 metros que separan mi buzón de la oficina de Correos.
Ya no puedo soportar más esa desesperación cotidiana, el saboteo continuo del trabajo ajeno, la bofetada al ciudadano, obligado a pagar voluntariamente sus impuestos... para esto. - ¡Y todavía hay quien se cree -pobres- eso de que lo de Correos ya está arreglado, cada vez que lo repiten antes de subir de nuevo las tarifas! Algo trascendental nos distingue a mí y a los tecnócrátas del ministerio (ésos, capaces de llamar "productos básicos" a las cartas, y al giro postal, "producto financiero"): si los envíos no llegan, ellos siguen cobrando lo mismo; yo, en cambio, pierdo mi dinero, y la paciencia.
Y la vida: cuando me encuentren colgado de la soga, desde ahora sabrá, señoría, adónde dirigirse para pedir explicaciones.
Dixi et salvani animan meam. Suyo- Jesús S. Villasol.
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