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El Madrid añade más leña para el debate

Santiago Segurola

El Madrid añadió más elementos para el debate. Ganó con un resultado contundente, prosigue su campaña en Europa y la parroquia tira cohetes de alegría. Todo eso después de que Ibrahim Hassan echara un cable al equipo de Antic. Hassan remató con gran estilo contra su portería y abrió el marcador. Se acababa de iniciar la segunda parte y el Madrid viajaba a la deriva. No había creado una ocasión desde el minuto 15 y cada vez estaba más expuesto a una contra decisiva del Neuchätel. La gráfica del Madrid era tan débil que en el ambiente comenzó a crecer la sospecha de la eliminación. Cuando la cosa era más complicada, Ibrahim Hassan cabeceó contra su puerta, en plan Spasic. Lo que siguió fue muy aparente, goles y bla, bla, bla, pero por debajo del maquillaje crece la duda de la autoridad madridista.Antic se mostró inflexible. Lejos de plantear alguna innovación interesante, colocó a Aldana por el sancionado Hierro. La decisión revela el carácter hermético del entrenador. Antic encuentra más oportunidades para los jugadores discretos que para los buenos futbolistas. Ubicar a Alfonso y Prosinecki le resulta de veras complicado, como le resultará definir el espacio de Hugo sin que rechine todo el sistema. Son ellos jugadores de clase, intuitivos, sin muchas ganas para actuar como robotitos. Son un problema, porque lo bueno para Antic es cambiar peón por peón, y mejor si es obediente. El partido necesitaba un tipo como Alfonso junto a Butragueño: un poco de picante para descalabrar a un equipo de medio pelo.

El Neuchätel tomó medidas acertadas para responder a la propuesta de Antic. Ibrahim Hassan clausuró a Villarroya en la banda izquierda, asunto muy grave en este Madrid. Villarroya se ha convertido en la primera arma ofensiva del equipo madridista, por encima de Michel, mucho más dotado para estas cosas, pero aislado en su callejón.

Tendencia a la izquierda

Es sorprendente la terquedad del Madrid en echarse a la banda izquierda y crear una descompensación en la cancha. La superpoblación beneficia la insistente presencia de Villarroya, un atleta y nunca un visionario del fútbol. Ibrahim cerró esa puerta y el Madrid se encontró perdido. Lejos de buscar la vía de Michel, la más natural, el Madrid comenzó a perderse en su propio tejido. Aldana tenía que ejercer de Hierro, pero los balones no llegaban cruzados al palo derecho. Esa carencia obligaba a Aldana a retrasarse y buscar la pelota en el centro del campo, donde su inclinación a acarrear el balón volvía cochambroso el juego.

Y quedaba el papel ingrato que le toca representar a Luis Enrique cada tarde. Luis Enrique es un delantero centro. Se le fichó porque tenía buenas condiciones en el área. Ahora trabaja en la media cancha para que Hierro o Aldana metan los goles que le corresponden a él. Su disciplina en el trabajo sucio es encomiable, pero Antic le está devaluando como futbolista. Luis Enrique anda muy desconfiado con la pelota y con un instinto decreciente frente a la portería. Lo más probable es que que acabe como el próximo pim, pam, pum de la hinchada.

Convertidos en principales los actores secundarios, el Madrid se desinfló. Vivió de algún córner en los primeros minutos, pero luego vió como los suizos no se desarmaban. La sensación era que la sorpresa podía consumarse en la segunda parte, cuando al Madrid le consumieran los nervios y el fogoso Hossan Hassan encontrara la portería en alguna escapada. Fue su gemelo Ibrahim quien impidió el drama.

Su gol en la portería suiza descosió al Neuchätel, que ya no estaba para luchar por el partido. El Madrid aprovechó el derrumbe y firmó uno de esos resultados que hacen feliz Antic y provocan un debate enconado en los corrillos madridistas.

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