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Un cúmulo de casualidades propició la muerte de los dos ancianos desasistidos

Pilar no se podía mover de su cama. Su hermano Julio se ocupaba de todo, pero él tampoco estaba para muchos trotes. Sus 82 años, la diabetes y la depresión le habían ido ganando la partida. El martes 29 de octubre la asistente domiciliaria cubrió la hora de servicios mínimos. El jueves 31, su vecina Ana les llevó la compra. El viernes, la asistente no fue porque era fiesta y el lunes les dejó una nota en la puerta porque ya nadie contestó a su llamada. La siguiente visita llegó el miércoles, pero no pulsó el timbre: un golpe seco en la ventana del baño permitió a los bomberos acceder a la casa donde yacían los dos ancianos.

Carlos del Valle, propietario de una gestoría desde hace 30 años, recuerda la última vez que Julio Pérez de las Heras pisó la calle. Fue hace dos años. Salió a hacer la compra, y al volver irrumpió en sus oficinas, llorando: "¡Carlos, he perdido las llaves y la Pili está sola!". Desde hacía dos años, su hermana, de 86, estaba inmovilizada en la cama por una fractura de cadera. Carlos recorrió con Julio los lugares donde había estado. En el suelo del mercado vio el llavero. "Desde entonces no volvió a salir".Julio y Pilar vivían en la calle de la Manzana "desde antes de la guerra". "Cuando yo me casé y me vine, hace 40 años, ellos ya estaban aquí", comenta Ana, la vecina del tercero. Julio era oficinista y siempre tuvo un carácter depresivo. El único pariente que les vio alguna vez fue una sobrina a la que nadie conoce.

Desde 1988 recibían la visita de una asistente domiciliaria dos horas al día. Al comenzar la huelga de este colectivo, la empresa Amad les envió a otra mujer que iba martes y viernes, una hora cada día. "Estaban muy desatendidos. La chica les hacía la compra y poco más", comenta Ana con los ojos empañados. "Julio cuidaba mucho a su hermana, que estaba ya como un pajarito. El jueves me pidió que le subiera algo de comida. Y el puente me fui a Alcalá".

El lunes la asistente llamó a la puerta. Al no recibir respuesta les dejó una nota, que volvió a encontrar el miércoles. "Bajó a mi casa y llamó a la empresa. Le dijeron que fuera a hacer otro servicio y con las mismas, se marchó", explica Ana. "Nosotros les llamamos, pero no nos cogieron el teléfono", afirma Fuencisla Martín, presidenta de Amad. "Ya había sucedido antes, porque Julio tenía depresiones".

Envueltos en mantas

Una hora más tarde llegó Luisa, una amiga de los ancianos. Alarmada, llamó a la policía. En la casa no había señales de violencia ni olor a gas. Julio yacía al lado de un armario y Pilar estaba tendida junto a la cama. Los vecinos piensan que el anciano sufrió un ataque y que su hermana se golpeó al intentar asistirle. A las cinco de la tarde, los agentes sacaban los cuerpos de Julio y Pilar envueltos en mantas.El fiscal jefe de Madrid, Jesús Silva, ha solicitado al Ayuntamiento información sobre la muerte de los hermanos. "Queremos saber si las muertes han sido casuales o si se han debido a la falta de atención por fallar los servicios mínimos".

Todo el desacuerdo de las negociaciones se convierte en unanimidad a la hora de responder al fiscal: las muertes y la huelga no tienen nada que ver, afirman empresas, sindicatos y Ayuntamiento. Ayer, unas asistentes domiciliarias increparon al alcalde en una inauguración y la policía intervino por la actuación de un piquete en la calle de Argumosa. En el portal número 3 de la calle de la Manzana, el correo se salía del buzón del cuarto izquierda.

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