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El paraíso inesperado

El baloncestista yugoslavo Savic llega al Barcelona tras una odisea en Split

Robert Álvarez

El destino de Zoran Savic, de 25 años y 2,05 metros, ha viajado a una velocidad supersónica. Cambió al modesto Zelik Zenica por el campeón de Europa, el Jugoplastika de Split. Pasó de suplente a sustituto de Dino Radja en una temporada. Fue campeón continental en 1990 en Zaragoza y, tras anotar 27 puntos, en 1991 en París. Hace un mes afrontaba una nueva campaña en Split. Una semana después estaba sin equipo. Hace 10 días llegó a Barcelona y el jueves debutó con éxito en la Liga europea. Todavía algunas mañanas, al mirarse al espejo, no se reconoce. Todo ha ido tan rápido que ni siquiera le ha dado tiempo a adaptarse a las exigencias idiomáticas de su nueva situación.

La decisión de abandonar Split fue tan dolorosa como inevitable. Savic no recuerda el momento en que tomó la determinación. Tal vez fue en una de las innumerables ocasiones en que él y sus compañeros en el ahora denominado Slobodna Dalmacia tuvieron que interrumpir el entrenamiento y guarecerse bajo las gradas del pabellón Gripa de un posible ataque aéreo. La guerra civil había llegado de forma inexorable a la ciudad situada en la costa del Adriático.Durante la última semana de septiembre la abandonó el técnico, Ranko Zeravica, y pocos días después lo hacían los cinco jugadores serbios del equipo croata. Zeravica advirtió a sus pupilos que evitaran viajar de noche por los peligros que entrañaba. De hecho, ya eran conscientes de ello. Los días previos a la partida habían tenido que dejar sus apartamentos para mantenerse unidos y más fácilmente protegidos por la policía en un hotel de las afueras y del que prácticamente no salían más que para entrenarse. Por fin, Savic y otros tres -Sretenovic lo hizo poco después- se decieron a dejar Split en dos automóviles en los que, tras pasar numerosos controles militares gracias a su condición de deportistas conocidos, llegaron a Sarajevo.

Una vez puestos a salvo, se enfrentaron a la incertidumbre sobre su futuro deportivo. "Al principio, lo veían todo negro. Después, una vez que la Prensa internacional se hizo eco de los acontecimientos, empezaron a llegarles ofertas", advierte Zeravica. El Slobotna se puso en contacto con Luciano Capiccione, el representante de Savic, para poner precio a su carta de libertad. Savic viajó hasta Italia, donde reside Capiccione, y en Bolonia volvió a los entrenamientos, en solitario por las mañanas y en compañía del Arimo, uno de los equipos de la ciudad, por las tardes.

Paralelamente, en Barcelona, el curso de los acontecimientos se desencadenó con la lesión de Piculín Ortiz y la evidencia de que los problemas en la espalda de Steve Trumbo hacían obligatorio su urgente paso por el quirófano. A esas alturas, los jugadores disponibles para ser contratados eran escasos y de discreta calidad. El destino propició el fichaje, que, de otra forma, habría tenido una posibilidad entre cien de efectuarse.

Progresión tardía

Savic llegó relativamente tarde a la Primera División yugoslava. Hace cinco años se enroló en las filas del modesto Zelik Zenika. Pronto destacó por su poderío físico. Su entrenador, Costa Yanko, recomendó su fichaje a Bozidar Malikovic, del que había sido ayudante en el Jugoplastika. Así llegó Savic a Split y se encontró a las órdenes del que ahora vuelve a ser su técnico en el Barcelona."Es más fuerte y más rápido que Sobin [junto a Radja uno de sus predecesores en el Jugosplastika]. Es muy luchador y competitivo y es un regalo para cualquier técnico porque se entrena más de lo que le puedas exigir", opina Zeravika, que, tras rescindir su contrato con el Slobotna, reside en Zaragoza, donde se instaló con su familia cuando dirigió al CAI.

La progresión de Savic ha resultado meteórica tanto en Split como en su selección, con la que colaboró en la obtención de las medallas de oro en el Mundial de Argentina 90 y el Europeo de Roma 91. Con su baja y las de Sretenovic y Pavicevic, el campeón de las tres últimas ediciones de la Copa de Europa ha finiquitado su desintegración tras haber perdido anteriormente a su técnico, Maljovic, y a Ivanovic, Radja, Sobin y Kukoc.

Por el momento, y pese a su buena predisposición y la de sus compañeros, el único interlocutor de Savic en su nuevo equipo es, por cuestiones idiomáticas, Maljkovic, aunque en Barcelona existe una nutrida colonia de yugoslavos empezando por los balonmanistas azulgrana, Portner, Vukovic y Vujovic, que evitan que su esposa y él se sientan solos.

"Mi objetivo es adaptarme. El hecho de conocer a Maljkovic es una gran ayuda", asevera el pivot. Se muestra de acuerdo con la definición que hacen de él quienes mejor le conocen. "Soy consciente de que no soy ninguna estrella, pero creo que puedo serle útil al equipo y ello me basta porque este club y esta ciudad colman mis aspiraciones", dice tajante.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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