Al cerrar el despacho
Deporte, lectura y música -nada de copas ni juergas- son las aficiones que confiesan los ministros de González
"¡Coño, el ministro!". La familia de domingueros veía y no creía a un señor con barba y gafas, ministro de Educación, subir con garbo la empinada loma pertrechado de polainas y mochila. Javier Solana, José Borrell, Jordi Solé Tura y Virgilio Zapatero son los caballeros andantes del Gobierno. Les pierde la marcha, pero sin nocturnidad ni alevosía. Frente a ellos y los locos del volante -Pedro Solbes y Tomás de la Quadra, que pasan sus días libres devorando kilómetros en coche, la lectura, la música clásica y el cine son las aficiones que confiesan los ministros de González.
Sólo el asturiano Luis Martínez Noval se atreve a conjugar, aunque adaptada a sus gustos y sus años, la famosa trilogía de fútbol, pesca y rock and roll.En el Consejo de Ministros se sienta un recordman: Jordi Solé Tura, titular de Cultura, es récord absoluto en 400 metros lisos. La hazaña aún figura en el libro de honor del Club Atlético de Mollet del Vallés, Barcelona, cofundado por él cuando trabajaba como panadero en su pueblo natal.
En aquella época, y en esta, el ministro se apunta a un bombardeo con tal de no estarse quieto. Esquí de fondo, tenis, fútbol, natación y ciclismo son algunos de los deportes que practica el segundo ministro más antiguo -por la edad, 61 años- del Gabinete, después de Francisco Fernández Ordóñez. Su pasión por la actividad física es de tal calibre que invirtió la media hora libre que le deparó su viaje a la Feria Internacional del Libro de, Francfort para perderse por una de esas tiendas deportivas superespecializadas que menudean por el país germano.
A Carlos Solchaga, sin embargo, que no le hablen de chándal ni de zapatillas con cámara de aire: prefiere arrellanarse en un sofá armado,con mando a distancia de televisión y vídeo y dejar pasar el tiempo entre cadenas y, cintas. Las películas de los cincuenta, el fútbol (Osasuna y Real Madrid, por este orden) y las coplas y boleros (le encanta Bing Crosby) copan sus preferencias. No es vago, sin embargo, el navarro para salir a cenar y tomar copas con amigos. "No ve la hora de irse a casa; cuando se juntaba con Miguel Boyer era terrible: apaga y vámonos", recuerdan sus colaboradores.
Javier Solana (Educación), José Boirell (Obras Públicas y ransportes) y Virgilio Zapater (Relaciones con las Cortes) for man el club de la marcha. En cuanto tienen un rato libre, se es capan al monte. A Borrell esta afición le ha traído algún contratiempo. Hace algunos meses se dijo que el ministro hacía el camino de Santiago.
Un falso peregrino
La verdad era más prosaica: Borrell tenía que presidir un acto en Santiago de Compostela y aprovechó para salir de marcha por los alrededores con un grupo de colaboradores. Sorprendido en el sendero, el ministro no desmintió entonces el entuerto y se ha quedado con la etiqueta de peregrino.Peregrinaciones, pero en coche y sin rumbo fijo, son las que emprenden, los fines de semana Pedro Solbes (Agricultura), Tomás de la Quadra (Justicia) y, con menos frecuencia, José Luis, Corcuera (Interior). Con la excusa gastronómica o cultural-paisajista, estos ministros se ponen al volante de sus coches particulares, después de pasar toda la semana en el asiento de atrás del vehículo oficial, y se dedican a tirar millas de carretera.
El ministro Corcuera, además de su afición al volante, se debate entre la tradicional batalla de pasiones hispanas. Forofo del Athlétic de Bilbao -lleva la chapa en la solapa hasta en sus viajes oficiales-, no es difícil verlo, puro en boca, en la barrera de Las Ventas o La Maestranza en tardes de festejos sonados.
Hay otro grupo de ministros que frecuenta menos la calle. Claudio Aranzadi (Industria), Julián García Vargas (Defensa) y Julián García Valverde (Sanidad) pertenecen a este club, aunque el último robe algún hueco de su tiempo libre para arreglar algún electrodoméstico averiado o encolar algún mueble de artesanía, ya que se declara un manitas aficionado al bricolaje.
Rosa Conde (Portavoz), Juan Manuel Eguiagaray (Administraciones Públicas) y Francisco Fernández Ordóñez (Exteriores) son los ministros marineros. La portavoz del Gobierno se ha declarado enamorada de la isla Graciosa, que descubrió este año en la cumbre entre Felipe González y Helmut Kohl en Lanzarote, y eligió este islote sin coches para pasar parte de sus vacaciones de este verano, entre ida y vuelta a Madrid por el golpe de Estado en la URSS.
Eguiagaray, vizcaíno, se aficionó a la pesca de bajura en Murcia, donde fue delegado del Gobierno algo más de un año. De aquella pasión le queda un barquito en el que sale a faenar con un profesional de la tierra en aguas del mar Menor en cuanto puede escaparse de Madrid. Su idilio con la tierra murciana le ha convertido también en pregonero de pueblos huertanos.
Este año Eguiagaray ya ha proclamado las fiestas en dos pueblos huertanos y su agenda todavía reserva espacio para arengar a otros murcianos a divertirse.
El ministro más veterano, Fernández Ordóñez, se, impacienta en cuanto tiene más de tres días libres. Las conversaciones más largas que mantiene con periodistas son desde su chalé en la playa alicantina de Santa Pola, donde pasa sus ratos de ocio paseando a su perro por la arena y enganchado a la tele por el canal internacional de noticias Sky News. En estos días previos a la Conferencia de Paz lee Variaciones sobre el pájaro y la red, un libro de mística. Tiene un fax en el dormitorio.
Cisnes Negros y fusión fría
Los escandalizados padres que no querían dejar a sus hijos ir a los conciertos de Los Cisnes Negros, en el Gijón de finales de los sesenta, no imaginan que el batería de aquel grupo de rock está situado hoy en día en la cúpula del Ministerio de Trabajo. El ministro Luis Martínez Noval compaginó sus estudios de Economía en la mencionada ciudad asturiana con el aporreo armónico de las baquetas sobre tambores y bombo en un típico conjunto ye-ye.Pasados los años y los avatares políticos, las aficiones del ex batería son hoy menos ruidosas: fútbol, pesca y rock and roll, pero sólo de oyente.
Elvis Presley y Bob Dylan son los mitos musicales del ministro, que lleva a cuestas la imperdonable contradicción asturiana de ser del Sporting de Gijón a pesar de haber nacido cerca de Oviedo, en la localidad de Infiesto.
Javier Solana, su colega de la cartera de Educación y Ciencia, prefiere la música callada de la ciencia. Catedrático de fisica trasplantado al ministerio, Solana hizo noyillos más de una tarde el año pasado. Se escapaba a escondidas, como pidiendo perdón por su travesura, para seguir de cerca los experimentos de fusión fría que se estaban realizando entonces en la Universidad Autónoma de Madrid.
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