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Concedidos nuevos canales privados en el Reino Unido

Enric González

A las 9.45 de ayer, los directivos de todas las compañías británicas de televisión estaban mirando su fax. A esa hora y por esa vía, la Comisión de Televisión Independiente (CTI) anunció quién gozará de las franquicias de televisión privada durante los próximos 10 años. Eran 40 ofertas para sólo 15 licencias. A las 9.46, en 15 empresas se descorchó el champaña. En las otras 25 cundió la desolación. Thames, la prestigiosa compañía que ha emitido en la zona de Londres durante las dos últimas décadas, estaba entre los perdedores. El sistema de adjudicación de licencias, una herencia del thatcherismo, ha sido criticado de forma generalizada. Incluso el hombre que lo organizó, Alan Peacock, declaró el domingo que "contiene graves errores" y acarreará "muy serias dificultades" en el futuro. El mecanismo de las televisiones privadas fue pensado para que la Hacienda del Reino Unido fuera la gran beneficiaria, ya que la adjudicación se hace mediante una subasta por la que cada empresa se compromete a pagar una suma anual a cambio del derecho a emitir.

Sin embargo, la articulación regional del mercado (la licencia corresponde a una sola zona, no al ámbito nacional) ha dado lugar a espectaculares diferencias entre las ofertas ganadoras. Central TV (creadora de Spitting images) no tenía competidores en su área y mantendrá la licencia por la irrisoria suma de 2.000 libras al año (unas 360.000 pesetas). Con unos ingresos publicitarios similares, Carlton TV, por el contrario, tendrá que pagar 43 millones de libras anuales (unos 7.700 millones de pesetas), ya que pujaba contra Thames (42 millones) y Greater London (45 millones).

Como se observa en el caso de Londres, no siempre la oferta más alta ha obtenido la licencia Greater London ofrecía más que sus competidores, pero, según la CTI, su propuesta de programación carecía de la calidad suficiente. El caso más dramático en este sentido es el de TVS (sur de Inglaterra), que ofrecía 59 millones de libras por mantener su concesión y perdió ante Meridian (sólo 36 millones).

Las nuevas adjudicatarias no empezarán a emitir hasta 1993. Este largo periodo transitorio perjudicará a los televidentes de las regiones afectadas, que apreciarán un sensible bajón en la calidad de la oferta. Las compañías cesantes optarán, lógicamente, por abaratar su programación y no lanzarán nuevos productos durante 1992. Alan Peacock, inventor del sistema de concesiones, calcula que "el mercado no empezará a asentarse hasta bien entrado el año 1994".

En el cuartel general de Thames reinaba ayer la tristeza. La compañía no desaparecerá -cosa que sucederá a otras- porque tiene un enorme prestigio como productora de programas (Arriba y abajo, por ejemplo) y seguirá suministrándolos a cadenas de todo el mundo. Adicionalmente, podría optar por emitir vía satélite. Pero muchos de sus 1.200 empleados, se calcula que más o menos la mitad, tendrán que ser despedidos.

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