El Oporto descubre las debilidades del Madrid

El Real Madrid de esta temporada apuesta muy fuerte, tal vez demasiado. Su juego presenta una desproporción tan abismal en su faceta creativa y destructiva que es imprevisible saber si triunfará en el futuro o fracasará. Se jugará cada encuentro a cara o cruz.De momento, ayer el Oporto, con un fútbol simple y m uy práctico, puso sobre el tapete todas las carencias del conjunto blanco y le ganó la partida. Los portugueses se limitaron a hacer exactamente lo que debían: no perder la posición en el campo y entregar el balón con rapidez al compañero mejor situado. Esas custiones pusieron de manifiesto la debilidad defensiva del conjunto blanco y le impidieron pase a la final.

El privilegio del Real Madrid se encuentra en el centro del campo, pero a la vez ése es el origen de sus males. La presencia de Prosinecki, Hagi y Michel en una misma línea garantiza la supervivencia del balón, que es tratado con mimo, pero cuestiona la del equipo, que se ve desprovisto del esfuerzo necesario para frenar los contraataques del rival.

La viabilidad de un medio campo tan estilista, tan técnico, es mas que cuestionable. No lo es Robert Prosinecki, que ayer dejó bien claro por qué se ha montado tanto revuelo con su fichaje. El yugoslavo tiene talento, imaginación, velocidad e inteligencia, y ésas son cualidades más que sobradas para avalar su categoría.

El yugoslavo dio ayer numerosas pinceladas de su amplio repertorio, y sólo con su gol, pese a que no entrañaba dificultad, dibujó la diferencia que existe entre él y el resto de los futbolistas. Cuando otro hubiera aprovechado su privilegiada posición para romper el balón, Prosinecki optó por pararlo con frialdad y ponerlo suavemente donde nunca podía llegar el portero.

El problema se encuentra en sus acompañantes. En saber si basta con la imaginación y la espectacularidad ofensiva, o es preciso dotar al medio campo de un escudero, de un futbolista de brega.

Hagi sigue muy anárquico, y ayer jugó a su aire. Es capaz tanto de desequilibrar a cualquier defensa gracias a su poderoso cambio de ritmo como de destrozar el sistema propio por su indisciplina. Antic lo sabe, y ayer le dejó total libertad de movimientos: en ataque, permitiéndole ser el único hombre que no debía ocupar una posición concreta, y en defensa, en la que parecía estar eximido de toda responsabilidad.

El perjudicado fue Luis Enrique, que tuvo que renunciar a su demarcación de delantero, por la que fue fichado por el club blanco, para tapar las subidas de Joáo Pinto. Esto no sólo le agotó, sino que le hizo querer demostrar su categoría cada vez que tenía el balón, que se empeñaba en no soltar.

Michel retornó a su banda derecha y desde allí volvió a regalar dos o tres de los milimétricos centros que le cotizaron. Pero le perdió su extraña facilidad para descentrarse. Criticó a sus compañeros cuando fallaban algún pase claro y al público cuando le abroncó por dos imprecisiones consecutivas. Esto benefició a Timofte, que le ganó la partida en todo momento y fue una de las claves del éxito portugués.-

El caso es que Antic tendrá que plantearse muy seriamente si merece la pena mantener un centro del campo de tanta calidad, porque el equipo, igual que destaca en ataque, se resiente en defensa.