"Velázquez es un perfecto ejemplo ético"
Pregunta: ¿Aprovecha las vacaciones para buscar nuevos paisajes?Respuesta: A mí me encanta quedarme en Madrid cuando todo el mundo se va. No me molesta nada el calor, y estoy muy a gusto solo con los cacos.
P. También es un buen momento para ir al Prado. ¿Sigue siendo Velázquez su pintor favorito?
R. Claro. Para mí, la relación con Velázquez es la relación con la vida, que a veces no facilita las cosas. Está y no me recibe. Me resulta muy sorprendente, porque es algo que no me ocurre con otros pintores.
P. ¿Cómo es eso?
R. Siempre que estoy ante su obra encuentro algo nuevo. Unas veces te da las claves, y la comunicación es fácil porque es alguien que nunca abusa ni usa su evidente superioridad. En eso, para mí es un perfecto ejemplo ético. Cuando está accesible me inspira mucha confianza y se produce esa comunicación a la que me refería. Pero él no trampea nunca, y no recurre a los trucos y mentiras que solemos usar para recurrir a los demás.
P. ¿Con qué está trabajando ahora?
R. Ahora termino unas copias del bronce de María de niña, y sigo con varios dibujos de flores y membrillos. Tengo pendiente la escultura del hombre que marcha, un proyecto que retomó UGT y que, a gran tamaño, se instalará en la entrada a Madrid por la carretera de Valencia. De momento trabajo con un proyecto de una altura de dos metros, poco más del tamaño natural, hasta que vea si me gusta o no.
P. También busca ventanas.
R. Es curioso ver las pocas ventanas que hay en las casas de Madrid. Encuentras grandes ventanales, ventanucos, tragaluces, de todo menos ventanas tradicionales.
P. ¿Por qué es importante que sea una ventana convencional?
R. Porque trazan una división emocionante entre el mundo exterior y el interior. Si la ventana es muy grande, esa relación desaparece, porque se elimina el interior. Y, si ocurre al revés, no hay perspectiva de fuera.
P. Ahora ha terminado de rodar una película con Víctor Erice (El espíritu de la colmena y El Sur), un director casi tan escaso y lento de producción como usted. ¿Qué cuentan en la película?
R. Empezamos a trabajar en septiembre y terminamos en diciembre. La película cuenta la historia de un pintor encadenado a un árbol intentando atrapar la luz y contando el paso del tiempo, algo que Erice hace perfectamente. En torno a ello está el mundo, el trabajo, la familia...
P. ¿Cómo ha sido esa colaboración?
R. No sé cómo será el resultado, pero para mí Víctor Erice personifica la conciencia. Sabe lo que puede hacer y lo que no. No pienso que haya que hacer cosas por el simple hecho de hacerlas: ¿para qué tantas películas, tantos cuadros, tantas esculturas? Cada uno tiene que seguir su propio ritmo y hacer lo que de verdad siente necesidad.
P. Ustedes dos no son excesivamente expresivos, habrá sido difícil la comunicación.
R. Creo que es un problema de autodefensa, y cada cual expresa lo que siente, porque puede haber muchas agresiones. Hay gente, como Cela por ejemplo, que es extravertida y a la que nunca le ocurrirá nada, pero también hay personas cuya fragilidad les expone demasiado al sufrimiento. Hay que ver que también hay artistas que producen mucho, pero no hay nada creativo en esa obra. A mí lo que me interesa es la obra auténtica de alguien que se, arriesga de verdad como Erice. O como Almodóvar, que es capaz de armar una obra. creando una historias sobre la verdad de su tiempo. Son gente de una fidelidad. casi suicida, de esas fidelidades en las que no entra el pacto. Eso lo valoro más que nada, porque soy muy manchego.
P. ¿Qué tienen en común el cine y la pintura?
R. En el cine dependes de mucha gente. No estas tú solo. La individualidad artística absoluta sólo se produce con la pintura o con la escultura.
P. ¿Cúal es el cine que más le gusta?
R. El de Chaplin me interesa mucho, porque es un verdadero creador. No sólo es responsable de la realización, sino que cada una de, sus películas muestra un mundo absolutamente propio.
La No-pintura
P. ¿Le ilusiona la exposición antológica que le dedicará el Reina Sofía?R. Desde 1961 no ha habido una exposición mía en Madrid. Me gusta, pero me inquieta, porque me aparta mucho de lo que es m¡ trabajo. Después de Europalia pasé por una depresión muy fuerte: y estuve mucho tiempo sin poder pintar. Tengo que colaborar, hablando con algunos propietarios de los cuadros para que presten la obra, y todo eso me disgusta.
P. ¿Le interesa la pintura moderna?
R. Después de los impresionistas picassos llegó la no-pintura, una expresión angustiosa de fragmentos. La necesidad de individualidad es la que desencadena las limitaciones inherentes al hombre como individuo. Para entender la pintura de este siglo habrá que sumar todos esos fragmentos individuales. Sólo entonces se podrá entender lo que han sido la pintura y la escultura de este siglo. Reconozco corno gran conquista del arte moderno la libertad, la posibilidad de trabajar a partir de tus propios criterios individuales. Eso antes no ocurría, porque había que respetar unas normas generales.
P. ¿Disfruta usted más con la pintura antigua que con la de su tiempo?
R. !Siento un gran amor por el arte antiguo en su totalidad. En el arte clásico se puede palparla cultura del pueblo griego, pero en el siglo.XX no hay universalidad, sólo hay individualidades. Para expresar un sentimiento común, cada artista tiene que inventar un lenguaje diferente, aunque al final esas diferencias serán imperceptibles, porque todos los lenguajes tienen un marcado aire de familia, por muy individuales que pretendan ser. La obra de Fidias, por ejemplo, tiene más amplitud que ninguna obra de este siglo, pero no porque él sea rnás amplio, sino porque su voz es la del pueblo griego y, en cambio, el artista de hoy sólo es portavoz de sí mismo.
P.¿Qué papel tiene el artista a finales del siglo?
R. Miguel Ángel o Leonardo partían de unas normas claras de lo que debía ser una obra de arte. Había unos cánones de los que nadie se podía salir, pero que eran unas claves sabidas que facilitaban las cosas. Ahora el artista importante es una isla en sí mismo. El sitio que cada cual tiene se lo marcan los, demás. Uno no elige. Yo creo que el arte debe entenderse como algo en lo que tienes tu propia voz, tu propia valoración y tu propio interés.
P. ¿Le sigue fastidiando hablar de los precios de sus pinturas y esculturas?
R.Mucho. Hay un morbo provinciano y cateto en hablar de precios. Lo vivo como un vicio indigno e insano que hace que se pierda la emoción por el arte en sí mismo. Me da mucha pena ver gente que entra a una exposición y se interesa antes por el dinero que por lo que tiene delante.
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