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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ingeniosísima trampa

Por necesidades personales me he presentado recientemente al examen para obtener el permiso de conducción de motos. Entre las cinco clases que se consideran preceptivas (a unas 1.300 pesetas por clase), examen médico (3.000 pesetas) y papeleo, he pagado 30.000 pesetas que me dan derecho a examinarme dos veces. De suspender ambas oportunidades, habré de pagar, en el caso de querer presentarme de nuevo, algo menos: unas 20.000 pesetas, más las clases. Para pasar dicho examen hay que sortear una serie de rombos -lógico-, contornear dos plazoletas -lógico-, acelerar y frenar ante una valla que supuestamente es un peatón o similar -igualmente lógico- y realizar un sorprendente ejercicio circense: inmediatamente después de una curva hay que embocar una rampa de unos 20 centímetros de ancho por ocho metros de largo, cuya entrada impide ver el manillar de la moto, y recorrerla sin caerse de ella.Dicha prueba, que me resulta imposible de imaginar qué parentesco guarda con la realidad vial, está destinada exclusivamente, al decir de profesores, examinadores y entendidos, a suspender aspirantes, para forzarles a pagar una segunda, o una tercera, o una cuarta inscripción. El salir airoso o no de esta prueba depende absolutamente de la suerte, ya que, independientemente de la calidad del conductor, el promedio de aciertos al embocar la dichosa rampita nunca excede del 40%. Se ha dado el caso de un campeón de trial de Baleares que ha suspendido el examen en esta prueba.

Me he entrevistado con la jefa local de Tráfico en la creencia de que tamaño disparate y abuso era exclusivamente de carácter regional y me he enterado de que la ingeniosísima trampa está instituida nacionalmente. Dicha señora ha reconocido lo atinado de mi protesta, y a mi insinuación de presentar un escrito me ha contestado textualmente: "Si lo desea, hágalo; pero es lo mismo que si pretende cambiar el Código Civil por medio de una carta". Luego, ciudadano = bípedo estúpido al que se puede sangrar paulatina y legalmente, siempre que el sangrador quede protegido tras una cualquiera de las instituciones del Estado.

Intentaré pasar el examen en esa segunda oportunidad a la que me da derecho el dinero ya abonado y, en caso de no lograrlo, señor jefe nacional de Tráfico, le ruego que me borre de la lista de sus posibles clientes.-

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