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TOUR 1991 DE FRANCIA

LeMond frenó un tímido salto de Delgado

Luis Gómez

El belga De Wilde ganó la tercera etapa del Tour, de 210 kilómetros entre Villeurbanne y Dijon, tras escapar en el último kilómetro, y a riesgo de ser atropellado por el pelotón y la élite de los sprinters. La jornada resultó tranquila. Fue un trámite para todo el mundo aunque dos españoles, primero Delgado y luego Cabestany, estuvieron en un par de escapadas leves. LeMond neutralizó la de Delgado en un santiamén, Cabestany duró en pantalla algunos minutos más. Todos quedaron contentos.

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Muchos aficionados españoles detestan las etapas que acaban al sprint, la llegada masiva como suele decirse. Parece que el mero hecho de que los ciclistas tomen la salida juntos y lleguen igualmente agrupados revela falta de diligencia, ausencia de verdadero combate. Son muchos los que interpretan estas jornadas como resultado de un alto al fuego previamente acordado. No suele ser así, aunque a veces lo parezca. Lo pareció ayer a la vista del parte de incidencias de la tercera etapa, un parte escueto y reiterativo: "pelotón agrupado", "pelotón agrupado con ritmo vivo", "saltos aislados", "pelotón agrupado con ritmo muy vivo".Así empezó la jornada y así acabó. En el capítulo de anécdotas, asuntos menores. Por ejemplo, una escapada de tres corredores entre los que estaba el español Ruiz Cabestany, fuga que duró unos 25 kilómetros y no llegó a mayores. Ligera expectación produjo también un salto del italiano Giarmi Bugno, elegante pedalada la suya, que apenas rebasó el kilómetro, pero en el que se le vio intenciones de hacerse con la etapa.

Y bastante antes, así como 45 kilómetros antes de la meta, otro salto breve de una docena de corredores. He aquí, sin embargo, que entre ellos andaba Delgado. Noticia bomba. Y fue el propio LeMond quien tomó el mando para neutralizar la avanzadilla en unos minutos. Tan leve fue la cosa que el parte de incidencias no hace una ligera mención a este hecho. Estaba en el capítulo de "saltos aislados". Los velocistas, pues, se mostraron implacables en los últimos kilómetros aunque no pudieran evitar el zarpazo de De Wilde, que aguantó hasta la línea de meta por unos metros de distancia.

En consecuencia, los españoles poco hicieron ayer. En realidad, poco tenían que hacer, dado su secular desinterés por el primer tercio del Tour, al que consideran un período más propio de recogimiento y reflexión. La reflexión no es profunda; estamos en lo de siempre: la eterna espera de la montaña. Y para ello quedan exactamente diez dias, algo así como medio Tour, una hibernación excesivamente larga.

Polémica española

Los directores españoles decidieron ayer polemizar para dar ambiente a la jornada, a falta de otras cosas de interés mucho más materiales. El debate abundó en lo sucedido en la jornada dominical, cuando ningún corredor español fue capaz de acompañar la los escapados que guiaba LeMond. La polémica ha provoca do una profunda revisión de los hechos, que seguramente no servirá para nada. De esa forma se supo que Delgado parecía hace de aguador cuando atacó Le Mond (un jefe de filas solidario el español, a lo que parece), que Induráin estaba pero no estaba que Lejarreta seguía fiel a su costumbre de ir en cola del pelotón y, además, no está fino el hombre, y que Cabestany estuvo a punto de meterse en la fuga. Pregunta tras pregunta, resulta que más de medio pelotón español se había percatado de la escapada. Es decir, sumando respuesta tras respuesta, resulta que todos iban delante, que todos lo vieron. Y el que más delante estaba era Cabestany, aunque no se explique muy bien porqué no entró. Pero ninguno siguió a LeMond. Cosas de los españoles.

Debió ser la conciencia o el afán de polémica, quien sabe, lo que propició que estuvieran ayer tan desacostumbradarnente activos. Pero la de ayer fue una de esas etapas que pueden resolverse en dos líneas, como hace el parte de incidencias: "saltos aislados". Aunque escaparan Delgado y Cabestany.

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