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Triunfo de Mitchell en el duelo Lewis-Johnson

Santiago Segurola

El duelo Carl Lewis-Ben Johnson se saldó ayer con un resultado benevolente para el viejo espíritu del atletismo: ni el estadounidense ni el canadiense consiguieron la victoria. Dennis Mitchell, otro norteamericano, ganó con autoridad (10,09 segundos) en los 100 metros de Villeneuve d'Ascq y reivindicó el carácter global de la carrera. En términos particulares, Lewis estuvo discreto (el segundo, con 10,20) y no humilló a Johnson, aunque le dejó lejos. Este fue el penúltimo, con 10,46, un triste registro para quien parece perdido para el atletismo.

ENVIADO ESPECIAL

No había misterio. La supremacía de Lewis era notoria. La había demostrado recientemente en los Campeonatos de Estados Unidos, en los que bajó de los 10 segundos después de una formidable prueba de fortaleza. Quedaba por saber el grado de daño que podía causar a Johnson.Asegurada la superioridad de Lewis antes de la salida, existía la posibilidad de una humillación de Johnson. El efecto del canadiense sobre el estadounidense ha sido devastador durante los últimos años. Le aplastó en los Mundiales de Roma 87 y los Juegos Olímpicos de Seúl 88. De allí salió muy lastimado Lewis: perdió su condición hegemónica en la velocidad y se vio obligado a aceptar su inferioridad ante un atleta de progesión tardía y, aparentemente, menos dotado para ocupar un puesto bajo los focos. En Seúl, Lewis recibió su medalla de oro de tapadillo, en una habitación, casi sin testigos. La descalificación de Johnson no le resarcía de un pasado poblado de derrotas frente a él.

Toda esta carga de frustración podía brotar en una noche difícil por la presión ambiental y una temperatura inclemente. ¿Estaría dispuesto a destrozar a Johnson? Le bastaba mantener la concentración y el deseo que había mostrado en sus campeonatos nacionales. Sin embargo, fue indulgente. Su carrera le sirvió para certificar su superioridad, pero su intervención fue muy discreta, casi mediocre. Alguien con ánimo de venganza habría enterrado a Johnson. Lewis no tuvo ese afán destructivo. Los motivos son variados. No es el menor la necesidad que tiene de verse acompañado por Johnson. Eso significa dinero: menos cada día. pero todavía queda gente que confía en la de Johnson. Quizá por este simple egoísmo Lewis no puso un mundo entre él y su adversario. Dejó un margen nítido, pero no abrumador: 26 centésimas

El problema de Johson no llegó vía Lewis. Es de naturaleza propia. Después de tres años, no mejora sus marcas y, da la impresión de perder toda opción para recuperar el terreno tras su sanción por doping. Tiene todo en su contra: las dos temporadas de inactividad, la edad, la ausencia de la ayuda química, un entorno codicioso de representantes y, muy especialmente, una fractura psicológica. Johnson no tiene ahora ninguna confianza en sus fuer zas. Lo más probable es que no la tenga nunca. Cada prueba es una decepción. Aún no ha con seguido bajar de 10,40 y sus concesiones son demasiadas. Los organizadores de las principales reuniones le rechazan o le llevan a las series secunda rias, pobladas por atletas de re lleno. En Francia aceptó una rebaja del 25% de su contrato por no haber conseguido menos de 10,17. Mientras tanto, sus marcas continúan estancadas entre 10,40 y 10,50, un desierto estéril para él, para los patrocinadores.... para su credibilidad, en suma. No hay forma de creer en él, aunque LeNA,1s fuera compasivo.

Ni morbo

La carrera no tuvo nada especial, ni el morbo de la victoria de Lewis. Mitchell corrió como un huracán desde la salida y no dio opción alguna a sus adversarios. Lewis salió fatal, como acostumbra en los últimos tiempos. Partió por detrás de Johnson, que, una vez más, tuvo un inicio correcto. Nada espectacular, desde luego, o, por lo menos, nada que hiciera recordar sus antiguas explosiones. La mecánica permanece, pero la fortaleza no. Su capacidad de reacción nerviosa le sirvió simplemente para colocarse por delante de Lewis y aguantar el primer tirón. Pero de nuevo se evaporó en los últimos 50 metros, Junto a él, sin hacer cosas sobresalientes, Lewls apretó un poco y pasó uno a uno al resto de los velocistas. Con Mitchell no pudo.Mitchell guarda muy malas relaciones con Lewis. Desea vencerle con toda su alma, En el preámbulo, se mantuvo siempre junto a Johnson. Con él realizó unas cuantas series de calentamiento y mantuvo algo de conversación. A Lewis no le dirigió la mirada. Pero su triunfo (10,09 en condiciones climatológicas muy duras) no le valió de mucho. En el podio recibió un regalo y nada más. A su lado, Lewis escuchaba por la megafonía cómo el comentarista le cantaba el Cumpleaños feliz, pues ayer cumplía 30 años Mitchell descendió y se marchó con gesto disgustado. Incluso en la derrota, Lewis es el rey del espectáculo.

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