Chisteras, conejos y otras ilusiones

De las chisteras de los magos no salió ningún conejo. Tampoco resucitó el gran Houdini y en consecuencia nadie se sumergió en un pozal encadenado de pies y manos. La 1 Semana de Magia Internacional, que ha reunido a 24 grandes ilusionistas europeos y americanos en el Centro Cultural de la Villa del 27 al 30 de junio, ha demostrado que este espectáculo, como todos los demás, va evolucionando con los tiempos.

Cartas, barajas, sables y desapariciones fugaces siguen formando parte de las reglas del juego, pero, según dicen sus artífices, los números han ido ganando en espectacularidad y puesta en escena.Juan Tamariz, alma máter de la escuela de cartomagia madrileña presentó la gala inaugural de esta semana de ilusionismo. Tocado por su peculiar y poco académico atuendo: chistera verde, chalequillo a rayas, vaqueros y mocasines, se dedicó a dar paso a cada actuación mediante trucos que explicaba como "una cuestión de astutez".

Cerca, por detrás de los bastidores, iba y venía Juan Gabriel, mago jefe del certamen. Este madrileño de 34 años ha vivido los cuatro últimos encabezonado con la idea de organizar este festival para mostrar al público lo que se hace en los espectáculos de magia de todo el mundo.

Barceloneses, que no nipones, pero con un antiguo nombre artístico de resonancias orientales: Chang-Fu y Princesa Luz de Luna, el matrimonio formado por José María Ferrándiz, de 70 años, y Teresa Gutsens, de 65, forman el tándem más veterano del certamen. Son 50 años dedicados a la magia y tres cambios de nombre, hasta llegar al actual, Los Magicus, con el que vienen a Madrid.De ingeniero a mago"Cuando nosotros empezamos, los magos estábamos todavía más desprestigiados que los cómicos, nos consideraban despectivamente titiriteros. Y si eras mujer, todavía peor", asegura Teresa. Esta pareja "unida por la magia" regenta una tienda de artículos de ilusionismo en Barcelona. Alli se inició en el arte de birlibirloque Eligio Palomino, un ingeniero de 39 años que desde hace nueve hace desaparecer a su esposa en el escenario bajo el nombre de Magic Trebol."Comenzamos comprando jueguitos para hacer trucos con los amigos, yo trabajaba de ingeniero y mi mujer, ahora fuera de los escenarios por su estado de gestación, tenía una guardería", explica Palomino. "Lo que era una tontería se convirtió en profesión, pero el espaldarazo nos lo dio nuestra aparición en el programa Un, dos tres", añade este hombre a quien su familia tomó por loco cuando decidió "sacar conejos de la chistera".