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Una mujer de 86 años acuchilla a su esposo y después se corta las venas de los brazos

Una mujer de 86 años acuchilló a su esposo, de 92, cuando se encontraba durmiendo en su domicilio, de la calle de Hilarión Eslava. Posteriormente, la anciana se cortó las venas de los brazos. Según la policía, la agresora pretendía la muerte simultánea de ambos.

Juana, la portera del número 9 de la calle de Hilarión Eslava, se despertó sobresaltada sobre las cuatro de la madrugada de ayer al escuchar gritos de socorro. Despertó a su marido, Pedro Expósito Jiménez, para que averiguara lo que ocurría."Yo supe desde el primer momento que quien gritaba era el señor José", recuerda Juana, cuyo marido subió hasta el cuarto piso y comprobó que su mujer tema razón. Como el portero no tenía llave para entrar, recurrió al vecino Teófilo Sánchez Calvo, porque guardaba un duplicado.

Cuando Expósito entró en la casa encontró un panorama desolador: José Pérez Álvarez, nacido en Castropol (Asturias) en 1899, estaba en la cama, empapado en su propia sangre, que le imanaba a borbotones por la boca y la garganta. Pese a las terribles cuchilladas que le había inferido su esposa, el anciano repetía: "Ayúdeme, ayúdeme...". A su lado se encontraba Joaquina Beites Domínguez, de 86 años, natural de San Vicente de Alcántara (Badajoz), que se había cortado las venas a la altura del codo. Sobre una de las mesillas de noche había un cuchillo de cocina de unos 30 centímetros, según fuentes policiales.

Joaquina Beites y José Pérez fueron trasladados al hospital Clínico de San Carlos, donde este último fue sometido a una operación. Su mujer quedó internada anoche, bajo custodia policial, en el departamento de psiquiatría del hospital.

Los inspectores de la comisaría de Chamberí no han podido tomar declaración al matrimonio herido. No obstante, José Pérez balcuceó en la ambulancia que su mujer le había querido matar mientras dormía. El nonagenario estaba inmovilizado en cama por la artrosis y por tener siempre una sonda uretral.

Los Pérez tienen un hijo, que trabaja como aduanero en Palma de Mallorca, que decidió hace un mes ingresarlos en una residencia. Sin embargo, regresaron hace una semana a su casa. "Se ocupaba de que no les faltara de nada: les puso una asistenta para cuidarlos", dice el portero.

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Los vecinos califican a Joaquina de "buena mujer" y sólo explican su conducta por una fuerte crisis depresiva.

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