Una avería impidió a Arias volar a Nueva Delhi
I. C. España fue uno de los pocos países representado por tan sólo su embajador, Santiago Salas, en el entierro de Rajiv Gandhi. Estaba previsto que acudiese a Nueva Delhi el secretario de Estado de Cooperación Internacional, Inocencio Arias, pero después de pasarse, el jueves por la noche, tres horas y media en la zona militar del aeropuerto de Barajas su avión, un Mystere de la fuerza aérea que acababa de ser remotorizado, seguía teniendo un motor defectuoso y el emisario renunció a volar.
Los aviones oficiales juegan con frecuencia esas malas pasadas. La última vez, en octubre de 1990, le tocó a los periodistas que habían cubierto un viaje de los Reyes a Paraguay cuando regresaban a España en un Boeing 707. Uno de sus motores sufrió un amago de incendio. La penúltima víctima, en febrero de ese mismo año, fue la Reina, cuyo Mystere tampoco logró despegar de Moscú. Pero la avería más llarriativa la padeció Felipe González, en noviembre de 1987, en Guayaquil. La escala técnica de 60 minutos en Ecuador duró 15 horas.
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