_
_
_
_

"Y no somos racistas"

Los vecinos de Mancha Real intentan justificar el saqueo de las viviendas de las familias

Un vecino que no quiere dar su nombre asegura: "Todos somos racistas, porque alguien de los que estábamos en desacuerdo con lo que ocurrió podía haber dado la cara y decir que esto no es justo. Yo mismo dije que iba a ir a la manifestación, pero sabiendo lo que iba a ocurrir, me quedé en casa". Este hombre recuerda bien al primer gitano que llegó a Mancha Real hace 18 años y al que llamaron Antonio el Gitano. Era tratante, primero de ganado, luego de pisos y otras cosas. "Los más fanáticos ya dijeron que se iba a traer a gente de la suya y que acabarían quitándonos trabajo. Seguramente porque ellos trataban en lo mismo y tenían celos". Pero la mayoría de los vecinos que el domingo, en número de 7.000 -para una población de menos de 9.000 habitantes-, formaron una histérica manifestación que acabó en orgía destructiva, arrasando las viviendas de todos los gitanos -unos 30- del pueblo, insisten: "Y no somos racistas, aunque desde ahora lo seremos".

Más información
Un pueblo rico y tranquilo

Todo empezó en la madrugada del sábado, cuando Angel Arroyo, arrendatario del bar Los Cabreros, en la calle Tosquillas -donde vivían los represaliados-, murió de cinco puñaladas durante lo que fue, según fuentes cercanas al juzgado, una pelea entre payos y gitanos. Con Ángel estaban tres de sus hermanos. El presunto homicida, Julio Romero, a quien acompañaban su padre y otras dos personas, entró a matarle después de que su propio progenitor le animase: "Defiéndete, maricón". Sigue la misma fuente: "Si se tenía que defender es que le estaban arreando"."Angel", dice un vecino, "era muy buen tipo, y no se achantaba. Desde siempre dejó entrar a los gitanos en su bar porque le gustaba el cante, pero últimamente le traían problemas".

En la mañana que siguió a los hechos, 5.000 personas se manifestaron en demanda de seguridad ciudadana; al día siguiente ya eran 7.000, ante los cuales la Guardia Civil se vio impotente. "Había, además, unos cinco o seis guardias de paisano que estaban allí", asegura el gobernador civil de Jaén., Joaquín Iñiguez Molina, "y uno de ellos fue abucheado por la multitud cuando intentó impedir que actuaran, y se salió diciendo que era periodista", a pesar de que los medios de comunicación también han recibido lo suyo en Mancha Real.

Porque esta. pequeña, próspera y civilizada villa se despertó el lunes con el calificativo de racista, adjudicado por toda la prensa, radio y televisiones. "Ni siquiera los informativos de Antena 3, que suelen ser los más objetivos, nos han tratado bien", se que" la un joven en el Ayuntamiento.

Arenga desde el balcón

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La actitud de rechazo se ha manifestado en una especie de coro griego que iba soltando epítetos como "embusteros, hijos de puta" y exhortaciones a "decir las cosas como han pasado". Una malencarada secretaria llegó a llamar a gritos a un corresponsal diciéndole que la concejala Pilar García Torres, del PP, quería verle inmediatamente en su despacho. A lo que el iÍnteresado, naturalmente, se negó.

El alcalde, el socialista Alfonso Martínez de la Hoz, se había puesto el sábado y domingo al frente de las manifestaciones, y no sólo eso: desde el balcón alentó a la multitud a hacer algo contra la inseguridad ciudadana y hasta dio nombres y apellidos de los chorizos del lugar, gitanos y payos, postura dudosamente oportuna en vísperas de elecciones, aunque personalmente le haya ido muy bien. "A éste lo jubilamos aquí como alcalde", comentaba un grupo de vecinos. "Gracias a que tenemos un alcalde con un par de pelotas".

No parece, sin embargo, que Mancha Real refleje en las estadísticas esa peligrosidad social en que ahora se amparan los manifestantes. Según el Gobierno Civil, durante 1990 sólo se denunciaron 29 delitos; en lo que va de 1991 ha habido 22 denuncias, y ninguna en mayo. "Se quejan de que a los delincuentes la ley les deja en seguida en la calle, pero no se puede meter por dos años en la cárcel a quien roba un casete", comenta el gobernador civil.

"Y no somos racistas". El murmullo, y a veces el grito de protesta, se hace más y más insistente. Los vecinos rodean a esta periodista, muy cerca del bar a cuya puerta se produjo el homicidio, y dan su versión: "Estas son las huellas de la porra", dice una anciana señalando la fachada. "Éstas son las huellas de los disparos", asegura un hombre de mediana edad señalando los mismos orificios, que, a decir verdad, parecen más lo primero que lo segundo. En el interior de la vivienda del muerto hay perdigonadas en la pared. "A su mujer la tuvimos que refugiar en nuestra casa", afirma la vecina de enfrente, pero añade que no vio nada.

Saberlo todo

Nadie vio nada, pero todos lo saben todo. "La madre del asesino lo remató con unas tijeras". "El hermano del asesino lo remató con una porra". "Uno de ellos lo quiso rematar con un rifle de repetición". Recorro la calle Tasquilla, en dirección al cuartel de la Guardia Civil, para que me enseñen el arsenal, y en cada portería, a la puerta de cada tienda, los grupos de vecinos sueltan su propia versión acerca de las armas y todo lo que se encontró dentro de las casas destrozadas por los manifestantes, casas que pertenecían a todos los gitanos, no sólo al presunto homicida.

Tenían dos bombas. que hasta la Guardia Civil dijo que ellos no consiguen armamento así". "No eran dos, que eran cuatro". "Y un cajón lleno de balas". "Y una escopeta recortada". "Además, 1,5 millones de pesetas en drogas". En el cuartel, un miembro de la Guardia Civil, visiblemente cansado, señala lo que hay en el suelo: dos carcasas de granada de la guerra civil, compradas a un chatarrero y sin carga, dos bolsas con postas, una cartuchera. "Todo esto pertenece a una escopeta con licencia de armas. Hay también una bolsa llena de cuchillos de cocina. Y un llavero rematado por una bola de plomo. Es todo". El Gobierno Civil confirma que no se encontraron más armas que las dichas.

El alcalde ha declarado que su actitud no estaba en absoluto influenciada por la proximidad de las elecciones. De todas formas en un acta aprobada ayer por el pleno municipal se reprueba la "entrada violenta en las propiedades privadas ocurrida el día 19 del corriente, y los daños causados en el mobiliario de las viviendas afectadas".

Algo es algo, aunque muy poco, para restañar la herida abierta en Mancha Real, para impedir que la espiral irracional siga girando. Algunos miembros del colectivo gitano expulsado han manifestado ya su propósito de volver, "pese a quien pese".

Pero aquí siguen en sus trece. "Somops una mayoría con la Constitución en la mano, que dice que tenemos razón, y una minoría que hace lo que quiere. Y la ira del pueblo no hay quien la pare".

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_