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Algunos seguidores del ex vicepresidente se alejan del 'estilo Guerra'

Luis R. Aizpeolea

La lealtad de algunos destacados guerristas flaquea. Las dudas sobre el rumbo que tomará Felipe González tras la ruptura del tándem que formaba con Alfonso Guerra ha originado insólitas iniciativas en destacados barones socialistas. José Bono, presidente de Castilla-La Mancha; Teófilo Serrano, secretario general del PSOE madrileño, o Manuel Chaves, presidente de Andalucía, han protagonizado gestos de acercamiento a reconocidos enemigos de Guerra, como Carlos Solchaga y Joaquín Almunia.

Similares aproximaciones se han producido con Narcís Serra en un momento en el que Alfonso Guerra lo ha desautorizado como intermediario entre partido y Gobierno.Bono, reconocido guerrista, se hizo la foto el pasado día 15 con Carlos Solchaga en la capítal castellano-manchega. El ministro de Economía y bestia negra del guerrismo, acudió a Toledo invitado por José Bono en plena campaña electoral para participar en un mitin. El gesto supuso una clara muestra que destapó el tarro de las heterodoxias entre los seguidores del ex vicepresidente.

Pero Bono no ha limitado sus invitaciones electorales a Solchaga. También las ha extendido a otros heterodoxos como el ex ministro de las Administraciones Públicas, Joaquín Almunia. Posteriormente ha alardeado de su liberalismo porque en su region, asegura, da cancha a todas las 'sensibilidades' del partido.

El caso de Bono no es único. Otro guerrista significado como el secretario general de la Federación Socialista Madrileña (FSM), Teófilo Serrano, ha dado muestras, incluso antes de la campaña, de cierto desmarque de Guerra. En el últímo Comité Federal del PSOE de abril, Alfonso Guerra protagonizó una dura intervención contra la corriente Izquierda Socialista (IS). Al terminar la reunión, Antonio García Santesmases, dirigente de IS, llamó la atención a Teófilo Serrano y Salvador Clotas -este último miembro de la Ejecutiva Federal y conocido guerrista- por la intervención de Guerra. "Cómo ha estado vuestro jefe!", vino a decir García Santesmases. Clotas quitó hierro al asunto al señalar que "Alfonso debe calmarse". La reacción de Serrano fue tajante: "No es mi jefe".

Serrano afronta el fenómeno insólito de que la parte más dura del 'acostismo' -los seguidores del presidente regional de Madrid, José Acosta, en la línea guerrista- no participa activamente en la campaña. La enemistad que les suscitan las figuras de los candidatos, Joaquín Leguiría y Juan Barranco, es el origen de esa posición.

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Rechazo de un estilo

Otro caracterIzado dirigente guerrista, acorripañado de varios companeros de partido, se echó las manos a la cabeza hace pocos días cuando vio por televisión en un bar de Madrid unas escenas de un mitin de Alfonso Guerra. El rechazo al 'estilo Guerra' en los mítines es un fenómeno que se está ma nifestando en esta campana. Los dirigentes regionales del PSOE en el norte de España discrepan desde hace tiempo, aunque sea en voz baja, de esos modos. Pero la novedad estriba en que el malestar con un discurso sobre descamisados, pobres o ricos, empieza a manifestarse incluso en Andalucía, el feudo del guerrismo.

Dirigentes socialistas caracterízados por su oposición al número dos del PSOE aseguran que algunos líderes andaluces, clasificados como guerristas, les han lanzado mensajes de complicidad, paralelos a un desmarque del estilo 'bronco' del vicesecretarlo general.

Carlos Sanjuán, secretario del partido en Andalucía, sigue siendo el depositarlo más puro de las esencias del guerrismo y ya se le sitúa como un polo de referencia frente a lo que empieza a denominarse en el seno del PSOE como 'guerrismo felipista'. En una línea similar, está el presidente de la Junta de Extremadura y secretario regional, Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Bono y Serrano ya han empezado a situarse en el plano del 'guerrismo felipista'.

En una posición intermedia, se sitúan al secretario de Organización del partido, Txiki Benegas, y al secretario regional de Castilla y León, Juan Pedro Hernández Moltó.

A Sanjuán, los socialistas de todos los colores le reconocen que ha tratado con afabilidad al vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, cuando éste pasó por Andalucía durante la campaña. Sin embargo, se le reprocha su desinterés por movilizar a masas en el mitin del número dos del Goblerno en Málaga. En Andalucía, se sitúa otra de las claves en el presidente de la Junta regional, Manuel Chaves, quien sí reelbió con gran calor a Serra hace dos semanas en Sevilla. Chaves se mantiene en una posición de prudencia y se le considera un incondicional de González, sin intermediarios.

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