Armas de mujer
El trabajo de las secretarias está ligado a la palabra 'secreto'
Ninguna de estas dos profesionales del secretariado ha sido la típica muñequita colocada en la antesala del despacho oficial, contestando al teléfono con las uñas recién pintadas. Ana de Cal ha convivido con más de media docena de jefes en sus casi 30 años de oficio. Ana Pilar Pedrosa sólo tiene 23, y además de ocupar la vicepresidencia de la Asociación Española de Secretarias, es la mano derecha del presidente de una entidad bancaria.
Ana de Cal fue una rompedora secretaría que llegó al oficio con 28 años y las ventajas de haber vivido cuatro años en Londres practicando algo más que un inglés de andar por casa. "Me encantaba escribir y en las empresas que he trabajado, dedicadas casi todas a la publicidad, en seguida vieron que lo mío eran los textos. Hoy soy redactora de la revista La Secretaria, que edita nuestra asociación, pero queremos pasar la antorcha a las más jóvenes". Recuerda con ilusión detalles hoy anecdóticos, como "el primer télex que puse a Beirut. El trabajo es más dificil de lo que parece porque, sobre todo actualmente, la secretaria no está sólo para archivar documentos, taquimecanografiar cartas o pasar llamadas. Tampoco ha de ser la clásica Marylin. Una buena secretaria debe saber cómo ser insustituible sin salir de la sombra".La etimología de su empleo está ligada a la palabra secreto, que a la vez implica lealtad y cierta admiración por el señor que ejecuta las órdenes al otro lado de la puerta. Ana de Cal no llegó a convivir con el fax ni con los ordenadores. Todavía se pelea con una máquina de escribir último modelo mientras saborea sin cesar su fruto preferido, los pistachos.
Obedientes para ejecutar
Recuerda cuando el grupo Mocedades dedicó a las secretarias una cursi canción, que decía así: "La que escribe, escucha y calla", y que provocó las quejas de las secres, asociadas desde 1972. "Puede que algunas se casen con sus jefes pero la admiración no debe confundirse con el amor". Encuestados los jefes en cierta ocasión, un 68% de la muestra afirmaba valorar la parte técnica de su secretaria y sólo un 32% daba más importancia a la personalidad. Sin embargo, cuando se les planteaba el dilema de escoger entre obedientes para ejecutar o dominantes para dirigir, más de la mitad prefería a las primeras. En otro interrogatorio estadístico, las secretarias justificaban su cambio de trabajo por su escasa capacidad de decisión.Parece que los tiempos están cambiando. Los casi cuatro millones de secretarias que el censo norteamericano acopla a los amos de Wall Street saltaron de emoción con la película Armas de mujer, donde la administrativa daba una lección a su, hasta ese momento, insuperable ejecutiva. Ana Pilar Pedrosa trabaja junto al presidente de una entidad bancaria que permite y agradece su colaboración. "Trabajamos en equipo Importa tanto mi rapidez con el teléfono como la del ordenanza que entrega un fax urgente. Recuerda que la batalla de Waterloo se perdió por una simple herradura y en la tragedia del Titanic intervino la torpeza de un telegrafista", añade la antigua secretaria. "Lo nuestro es vocacional, pero hay que educar un poco al jefe, sobre todo en cuestión de horarios".
La joven Ana Pilar cursó estudios de secretariado internacional en un centro "donde muchas compañeras demostraban no tener ningún interés por la profesión. Era una forma de evitarse la universidad. Nada más obtener el título, comencé a trabajar. El primer día me pareció tenso y divertido, dificil pero apasionante. Nunca dejo de prestar atención pero siempre creo que las cosas van a salirme bien. Me preguntas si los ejecutivos están estresados, ¿quién no lo está? Trabajan muchísimo y tienen entre manos operaciones muy importantes. Su agenda está repleta y ninguna máquina podría sustituir ni su trabajo ni el nuestro".
Las dos Anas son empedernidas esquiadoras -"por eso nos gustan los obstáculos"- y están de acuerdo en definirse leales, pacientes, informadas y cultas. En una palabra, eficaces. No les importa el género, hombre o mujer, con tal de que en sus manos la empresa consiga un buen balance y mejores dividendos. Aparentan ceder voluntariamente la parte del éxito que les corresponde, pero "si trabajas bien, tu jefe sabrá que eres su mejor colaborador". Al margen de cuestiones técnicas, han dado nombre a un defecto común en sus columnas vertebrales, siempre en dirección al teclado: la escoliosis de la secretaria, que hoy se puede combatir con modernas técnicas de gimnasia sin alejarse de la mesa de trabajo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.