Un inspector de Hacienda francés acusa al Estado de propiciar la dictadura fiscal
El miércoles de la semana pasada, el telespectador francés descubrió el rostro de Robert Matthieu, el autor de dos libros (Le racquet fiscal y Halte a la dictaturefiscale) que son auténticos éxitos de ventas, y en los que se critican las maneras y la voracidad recaudadora del Estado. Pero Matthieu no sólo descubrió su aspecto, sino también su verdadera identidad: se llama Bernard Tong-Viet y trabaja como inspector-verificador de impuestos en una pequeña ciudad del sur, Aries.
A Pierre Beregovoy, ministro de Hacienda, y a Michel Charasse, ministro del Presupuesto, la noticia les ha impulsado a actuar de inmediato, suspendiendo de empleo a Bernard Tong-Viet mientras esperan el resultado del expediente que le han abierto a este inspector de impuestos que dice preferir servir al ciudadano antes que a la maquinaria del Estado.Morisleur Tong-Viet explica en sus libros las exigencias a las que él y sus colegas se ven sometidos. Para merecer una buena consideración profesional hay que llevar a buen puerto entre 10 o 12 investigaciones al año. Eso ,significa conseguir de cada una de las víctimas del celo impositivo entre 500.000 y 700.000 francos (entre 10 y 14 millones de pesetas). La elección de los sujetos o empresas a estudiar no es libre. Tong-Viet habla de que un 25% de las propuestas hechas por los inspectores son rechazadas por la Administración, que nunca da explicaciones sobre por qué hay quien vive siempre al margen de toda sospecha. "Los partidos y los sindicatos quedan fuera de nuestro alcance. En cambio, cualquier otro contribuyente puede ver cómo sus cuentas son investigadas. Da igual que sea una persona completamente honesta. Cuando caes en manos de un inspector de impuestos nunca sabes qué puede ocurrirte. Los 10.000 francos que te ha prestado un amigo y no puedes justificar se convierten, si conviene, en una pesadilla".
El hasta ahora misterioso Robert Matthleu denuncia el peso que ha ido adquiriendo la Administración de impuestos sobre el poder legislativo y el poder judicial: 'Podemos investigarlo casi todo sin necesidad de la autorización del juez. Y se puede amenazar a quien convenga atemorizándole con una posible revisión de su pasado y su presente fiscal'.
Bernard Tong-Viet tenía buena fama dentro de la Administración. En un informe interno se le califica de "competente, organizado y eficaz", destacándose el "nivel de su acción, la calidad y regularidad de su trabajo, que le hacen particularmente apto para las empresas más difíciles". Ahora los ministros no aprecian su locuacidad y se disponen a renunciar a todas esas virtudes. Michel Charasse acusa a TongViet porque nadie en la Administración pública puede erigirse en juez y salirse de las normas que debe aplicar.
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