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El Madrid fue incapaz de construir una ventaja

Luis Gómez

El Real Madrid recurre pertinazmente al tremendismo. Es un síntoma como otro cualquiera de impotencia. El Real Madrid es un equipo mal parido y consecuentemente sus problemas no son susceptibles de ser resueltos de un día para otro, por mucho ardor que le pongan al asunto los jugadores. Ayer el Madrid no hizo nada diferente a lo que acostumbra: perder el partido de ida. Debe ser que le gusta jugar con hándicap. Debe ser que no sabe jugar de otra manera que atropelladamente.El Real Madrid es el único equipo europeo implicado en grandes competiciones que actúa con un solo jugador capacitado para actuar de base. Y por ahí nace su desequilibrio, que termina en la elección de dos novatos como extranjeros. Bajo esas circunstancias, el Madrid ha demostrado hasta el hastío que su ritmo es frenético pero monotemático, que depende irracionalmente de los pulmones de Llorente. Por esa razón, tiene actuaciones engañosas: puede marcar 26 tantos en ocho minutos y los restantes 26 en media hora. Puede ir ganando sobradamente (17-5, 23-12) para transcurrir más claramente a la hecatombe (57-66).

El Clear Cantú limitó gran parte de sus acciones a no perder la compostura y a solucionar el problema reboteador que les planteaba Roberts (dueño de todos los rebotes en el primer tiempo). Amparados finalmente en una zona, los italianos supieron darle la vuelta al partido. Y ello sin hacer ruido.

Porque ruido es lo que hace el Madrid las más de las veces. Así es como hizo un 10-0 en poco más de un minuto (de 57-66 a 6766), que no le sirvió para ganar. Total, mucho ruido pero poca música.

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