El Barcelona se deshizo del Dinamo
ENVIADO ESPECIALEl Barcelona del gélido Carles Rexach fundió ayer al Dinamo en Kiev. La nieve resultó un adorno para el juego del conjunto azulgrana, que impuso su fútbol de toque y talento frente a un rival que se precia de arrollar por la fuerza. Este cuadró soviético aún está, sin embargo, en el invernadero. Su físico no tiene el punto para combatir a un adversario que no parece conocer impedimentos.
El ambiente invitaba a recogerse. Pero los barcelonistas salieron a pecho descubierto y tardaron sólo cinco minutos en responder a las exigencias de Rexach, que les había pedido un gol como refrendo a su nueva situación. El tanto tuvo un efecto intimidador. El Dinamo, un grupo en formación -la plantilla ha sido renovada-, inexperto -la edad media es de 22 años- y sin rodaje -disputaba su primer partido oficial de la temporada-, se quedó clavado.
El Barcelona jugaba de memoria. El método se imponía a las individualidades. Los matices introducidos por Rexach, mediatizado por las lesiones de Nando, Goikoetxea y Ferrer y la acumulación de partidos en un mes decisivo en la Liga, fueron trascendentes y precisos. Herrera y Urbano se acoplaron sin fisuras en un bloque en el que Stoichkov reivindicó su condición de ariete, no de extremo.
El partido discurría sin agobios. Las esperanzas locales parecían depender exclusivamente de los errores visitantes.
El gol del empate llegó precisamente en un momento de flaqueza azulgrana. La reacción del Dinamo fue tan brava que hasta amenazó con darle la vuelta al marcador, pues Yurtchenko remató al poste en el minuto 41.
Surgió entonces el factor que distingue a los que dominan de los que quieren el poder. Urbano se encontró con una asistencia de Laudrup, excelente como medio de apertura, en la primera salida neta de los barcelonistas tras la igualada e inclinó de nuevo la balanza del lado catalán.
El segundo periodo resultó tan similar al primero que el tercer gol barcelonista llegó también cuando más empujaba el contrario. Replegado el conjunto azulgrana, con Rexach recurriendo a Alex a costa de Laudrup, Stoichkov se hizo con un balón en la línea de medios, atravesó el campo en solitario, forzó el penalti y lo transformó. Justo en ese momento murió el Dinamo. Sólo un error del colegiado permitió que resucitara.
Rexach había anunciado en su debú europeo que, como soñar no cuesta nada, quería abandonar Kiev con el enfrentamiento saldado. Casi, casi, lo ha logrado.
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