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La crisis llegó a los burdeles

Francisco Peregil

Los vientos de guerra han llegado con ímpetu al mercado de la prostitución. Ni el fallido golpe del 23 de febrero provocó un efecto tan contundente ' entre los prostíbulos de Madrid, como lo ha hecho la guerra del Golfo. Los bares de alterne que frecuentan las prostitutas más cotizadas, como son el D'Angelo, el Rotterdam o el Tamaril, han visto disminuir su clientela desde el 15 de enero hasta límites nunca conocidos por sus dueños en los más de 10 años que llevan abiertos. Si las consecuencias del golpe de Estado se alargaron casi un mes, la guerra viene dando golpes en las cajas de tan prestigiosos locales desde hace varios meses. "El día que empezó la guerra", señala el propietario de un prestigioso burdel, "la gente ya estaba pendiente de la radio y los pocos que había aquí se fueron rápido a sus casas". Además, el Día de San Valentín agravó la situación. "Una semana antes de San Valentín había aquí a las dos de la madrugada sólo tres clientes; una cosa increíble".Un destacado habitual del D'Arígelo coincidía con uno de los propietarios del local al indicar que los clientes consumen más, "pero vienen mucho menos y, por supuesto, casi nadie se lleva a las chicas".

Clase y categoría

Las prostitutas de clase y categoría no van a los locales de alterne desde que comenzó la guerra, o al menos, no más de dos días a la semana. "Si una ,chica tiene dinero suficiente para aguantar estos días en casa, viene con menor frecuencia porque sabe que en una noche va a hacer tres veces menos de lo que ganaba hace un año en la mitad de tiempo", afirma el camarero de un local.

La ley de la oferta y la demanda tampoco cede en este caso. Los precios han disminuido de tal forma que si antes, una mujer del D'Angelo cobraba 15.000 pesetas por hacer el amor, la guerra ha hecho posible que las famosas chicas del D'Angelo llegaran a bajar su precios hasta las 10.000 pesetas, algo inimaginable hace meses.

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Los propietarios de los burdeles de lujo miran con preocupación cómo disminuyen las plazas de los importantes hoteles de la calle de Capitán Haya, que suman en temporada alta unas 3.000 plazas. "Ahora, las agencias no traen apenas extranjeros, salvo algún despistado de la embajada kuwaití, que como cae cerca de aquí vienen más", indica el propietario de un local. "Además, la cancelación de vuelos nos ha afectado mucho, sobre todo, por parte de los árabes que son los que más consumen", agrega.

La crisis en el sector, según sus empresarios, no ha hecho más que empezar y, "si la cosa no se remedia", dentro de varios meses puede provocar hechos tan insólitos hasta ahora, como es el cierre de algún burdel de lujo.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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