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Las grandes empresas de Holanda no han hecho planes especiales por la guerra

Isabel Ferrer

Las dos nuevas líneas telefónicas abiertas por el Ministerio de Economía y la Unión Holandesa de Empresas para informar al sector sobre la guerra del Golfo apenas suenan. Por el momento, sus consejos sobre transporte, seguros y medidas de protección para las firmas que mantengan contactos en Oriente Medio tienen poco eco. Una reacción que afianza el silencio y la aparente tranquilidad con que el mundo empresarial holandés ha acogido el estallido del conflicto.Ninguna de sus grandes sociedades, bancos o multinacionales reconoce haber diseñado un plan de acción. Mucho menos haber aplicado ya alguno. Las compañías petrolíferas como Shell o Koninklijk Oil dependen más que nunca del precio del crudo. Philips, Altos Hornos, Unilevel o bancos como Amro y el grupo NMB Postbank, sin embargo, han asegurado en la prensa que les preocupa mucho más la posible recesión económica derivada de la contienda. "Sólo si la guerra se recrudece y alarga adoptaríamos medidas especiales", es la contestación que ilustra con más frecuencia su postura actual.

Para otros la guerra ya ha tenido graves consecuencias. La compañía aérea nacional KLM ha reconocido unas pérdidas de varias decenas de millones de florines, aunque sin especificar cifras. Ello se ha debido sobre todo al constante aumento de los seguros de vuelo y el precio de los combustibles. KLM también se ha visto afectada por el cierre del espacio aéreo sobre Arabia Saudí y los Estados del Golfo. Dicha ruta era empleada para viajar, entre otras, a las ciudades de Dahrán, Darein, Abu Dahbi y Dubai. La compañía ha resuelto además no volar más allá de El Cairo o Chipre.

Las empresas navieras cpnsideran por su parte el golfo Pérsico como zona de guerra . Sólo viajan si la tripulación accede a ello. En tal caso, ésta recibe una prima del 100% de su salario. En tierra, el sector hotelero está resultando el más afectado. Y no sólo porque numerosos turistas extranjeros, norteamericanos y japoneses en su mayor parte, hayan anulado sus vacaciones. El temor a atentados terroristas y los mayores gastos han retraído también a numerosos invitados a congresos internacionales.

Para esta última industria, la guerra ha comenzado en el peor momento. Y ello porque, desde hace dos años, Holanda trata de afianzar su posición en el mercado de la organización de congresos. Según datos recién publicados, en 1989 los ingresos en este campo subieron un 10%. El país ocupaba hasta ahora la quinta plaza en la lista de lugares más escogidos para preparar encuentros de este tipo. Este año, los daños pueden sumar más de 200 millones de florines (unos 11.000 millones de pesetas), según los cálculos de la oficina holandesa de congresos. Dicha cifra incluye las pérdidas hoteleras.

El sector agrario también se ha visto dañado por el conflicto. La importación de aves de corral de un día y huevos incubados y la de vacas para cría hacia Oriente Medio suman al año, respectivamente, 65 millones de florines (unos 3.600 millones de pesetas) y cerca del 12% de los envíos holandeses de este ganado en 1989. Estas primeras cifras contrastan con las que Ilustran las exportaciones holandesas efectuadas al propio Irak durante la primera mitad de 1990. Ventas de alimentos sólidos, azúcar, miel, productos lácteos, ganado y colorantes, sistemas de bombeo y productos químicos que superan casi en un 80% las efectuadas en las mismas fechas de 1989.

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