Schuster, 81% de aciertos
Bernd Schuster no fue abroncado por el público del estadio Bernabéu. Únicamente oyó silbidos aislados durante la fase de calentamiento del Atlético. Sus recelos de las vísperas no se vieron, pues, confirmados. Momentos antes de comenzar el encuentro, intercambió saludos y breves impresiones con varios de sus ex compañeros, como Michel y Hugo Sánchez. Al final, incluso recibió el abrazo de alguno. Entre medias, había colaborado al triunfo concluyente de su equipo con su habitual juego descongestionador y punzante. El 81% de sus pases fue certero.A sus 31 años recién cumplidos, Schuster es consciente de que debe dosificar sus energías. Pero, aunque no se dé grandes carreras, su sentido del juego y de la orientación supone una razón poderosa en el discurso del Atlético, que gracias a él ha ordenado el desorden al que le condenaban los continuos proyectos rotos por su presidente, Jesús Gil. Schuster no tuvo ayer ninguna intervención extraordinaria, pero sí muchas tan ordinarias, ajenas a la complicación, como efectivas. Envió el balón a los suyos en 42 ocasiones, 20 en el primer periodo, y su destino sólo resultó fallido en ocho, tres en el segundo.
Su círculo de acción pudo parecer reducido, pero casi siempre estuvo situado en el lugar preciso. Así, fue capaz de cortar 16 centros madridistas, 11 antes del descanso y uno de ellos con la cabeza. Apenas incurrió en una infracción al tocar la pelota con la mano. Pero tampoco fue víctima de ellas.
Sus acciones a balón parado se restringieron al lanzamiento de seis faltas, la mayoría de ellas lejos del área contraria y en corto, y a un saque de banda. En el golpe franco directo que representó el segundo gol ayudó a su realizador, Juanito, al amagar durante una décima de segundo para engañar a la barrera blanca y a Buyo.
Libertad de movimientos
Schuster disfrutó de la impericia marcadora de Maqueda. Podría convenirse en que ambos se concedieron unos metros de cortesía, que no se agobiaron el uno al otro. La diferencia estribó en que Maqueda despilfarró su libertad de movimientos y Schuster exprimió la suya con su clase y su saber siempre lo que tiene que hacer, al margen de que luego lo pueda llevar o no a buen término. En el fondo, Schuster no tuvo que sostener más que unos pocos duelos personales. Pero resultó significativo que sus tres uno contra uno definidos, ante el mismo Maqueda y Michel, en el primer tiempo, y Villarroya, en el segundo, los resolviera a su favor.
En un partido de tanta trascendencia, Schuster nadó y cuidó su ropa al no permitirse veleidades ofensivas. Lo cierto es que sólo se estiró al ataque en un par de oportunidades y cuando el Atlético ya tenía asegurados los dos puntos. En la primera de ellas, la única en que pisó con riesgo el área madridista, remató desviado en una posición prometedora. En la segunda no le salió el tuya-mía con Futre.
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