Thor Heyerdahl

A Thor Heyerdahl le gusta romper dogmas. Se ganó el título de héroe de la Kon-Tiki cuando, en 1947, navegó a la deriva en una balsa desde Perú hasta la polinesla para demostrar, en contra de las teorías vigentes entonces, que el primer pueblo colonizador de la Polinesia no era asiático, sino suramericano. En 1970 cruzó el Atlántico en una embarcación primitiva y confirmó que los antiguos egipcios pudieron llegar a América. Posteriormente pasó cerca de cinco meses navegando en una nave de papiro por el océano índico.Se ha ganado un renombre internacional como científico, explorador y aventurero, pero Heyerdahl, que esta semana ha estado en Madrid, rechaza tajantemente el último calificativo. "No he hecho nada por ansia de aventura, todas mis expediciones han tenido un objetivo científico".Thor Heyerdahl es un investigador heterodoxo que comenzó sus sorprendentes trabajos de campo a los 22 años, cuando, recién licenciado en Biología por la Universidad de Oslo, y recién casado, pasó un año con su esposa en una isla del Pacífico conviviendo con los nativos. Fue a estudiar las plantas y los animales, pero se interesó por las migraciones humanas. Hoy, a los 76 años, afirma rotundamente que "el mar, lejos de ser un factor de aislamiento entre los pueblos en la época preeuropea, es una vía de contacto y durante 5.000 años los hombres han podido viajar por mar abierto en embarcaciones primitivas".

"No existe ni una isla en el mundo, ningún continente del que podamos decir con justicia que ha sido descubierto por los europeos", asegura Heyerdahl. Se reconoce, sin embargo, un gran admirador de Cristóbal Colón -"la persona que más ha cambiado la historia del mundo"- "Fue un gran organizador, había estudiado geografia. Colón calculó perfectamente a qué distancia iba a encontrar tierra, no fue una cuestión de suerte".

Aquel hombre joven de las fotos de la expedición Kon-Tiki que dieron la vuelta al mundo acumula hoy una larga lista de títulos y galardones de una treintena de instituciones científicas internacionales. Es miembro de la Academia de Ciencias de la URSS y de la de Nueva York, pero también es el único extranjero perteneciente al consejo de jefes aborígenes de la isla de Pascua.

Sobre sus expediciones, Heyerdahl ha escrito más de media docena de libros de divulgación, publicados en España, porque le gusta compartir sus experiencias con otras personas. Además, con su venta en todo el mundo ha financiado sus proyectos y contribuye al mantenimiento del Museo Kon-Tiki, en Oslo, que dirige el mayor de sus cinco hijos y el único que ha seguido sus pasos científicos.

Este viajero sorprendente mantiene su nacionalidad noruega, pero ha vivido desde 1958 en un pueblo de Liguria (Italia), hasta este año, en que ha trasladado su residencia al norte de Perú, para dirigir de cerca la excavación de las 26 pirámides de Tucumé, pertenecientes a la cultura chimú y posiblemente del siglo III después de Cristo.

De su singular vida, Thor Heyerdahl recuerda que el momento más aterrador fue la llegada a la Polinesia en la Kon-Tiki cuando, después de 101 días de navegación sin incidentes, él y sus cinco compañeros tuvieron que hacer frente a olas de 10 metros que arrastraron 12 veces el frágil junco hacia los arrecifes. ¿Y el momento más feliz? "Dos minutos después, cuando puse los pies en la arena caliente de la playa".