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GENTE

José María Alcántara

Un amigable componedor de litigios marítimos

Rocío García

Nacido en Málaga hace 46 años, José María Alcántara vive pendiente del mar. Su pasión por los viajes le llevó hace ya muchos años a dedicarse a algo que según él mismo reconoce es un tema arduo y poco atractivo visto desde fuera: el arbitraje marítimo. Sin embargo, su ardorosa defensa y pormenorizada explicación de este tradicional sistema de justicia privada protegida por el Estado por medio de la ley lo convierte en algo más accesible para el profano. "Es un sistema adecuado al comercio marítimo por su rapidez, su privacidad -no tiene trascendencia pública-, que permite soluciones pacíficas que no provocan la ruptura de relaciones entre las dos partes, como la que producen los pleitos, que siempre resultan cruentos. Es mucho mejor que acudir a los tribunales, ya que tras el laudo del arbitraje se reanudan normalmente las relaciones comerciales entre las dos partes sin más suspicacias".Esa necesidad de rapidez y de privacidad, junto al especial tecnicismo de los asuntos a tratar, fue la causa de la aparición de esta justicia privada que es el arbitraje marítimo. Cualquier discrepancia o conflictividad que se produzca entre dos contratantes en tomo al comercio marítimo, ya sea en asuntos de compraventa, de alquiler, de seguros, de financiación o de servicios aduaneros, es susceptible de estudio y de laudo por parte de estos jueces privados, que son elegidos libremente por dichas partes contratantes. Sólo se llega los tribunales en los casos de colisiones, abordajes y en aquellos en los que no hay contratos por medio, mínimos en el mundo del comercio.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid, José María Alcántara se doctoró en Derecho Marítimo en Londres, ciudad mundial por excelencia del arbitraje marítimo. En la capital británica, donde el movimiento arbitral como solución a las controversias está impuesto fuertemente desde hace muchos años, se producen unas 800 sentencias arbitrales anualmente, frente a las 15 de España, donde se han dado cautos pasos, desde la firma del Convenio de Nueva York en 1958, por el que la ejecución de sentencias arbítrales extranjeras son ejecutables en España, hasta la reciente ley de 1988.

José María Alcántara está empeñado en que nuestro país se convierta con los años en un centro neurálgico de arbitraje. Desde su reciente presidencia de la Mediterranean Maritime Arbitration Association, con sede en Génova (Italia) -que agrupa a profesionales y árbitros comerciales de 20 países del área mediterránea-, y del Instituto Hispano-Luso-Americano de Derecho Marítimo -creado en 1987 en Sevilla y que cuenta en la actualidad con 150 miembros de 17 países-, este amigable componedor de litigios marítimos pretende equiparar a España con los grandes centros como Londres o Nueva York. El Instituto Hispano-Luso-Americano, cuya secretaría general tendrá su sede en Sevilla con vistas a las celebraciones de 1992, tiene sí dos misiones muy concretas: la unificación de legislaciones y la creación de un centro de arbitraje para las relaciones comerciales entre España, Portugal y los países latinoamericanos. Según Alcántara, permitirá en la práctica "ese acercamiento tan necesario con Iberoamérica", un acercamiento que se ha iniciado con la implantación del castellano como la lengua oficial del instituto hasta 1994, en el que la presidencia recaerá en otro país.

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