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AJEDREZ

Los nervios de Gary Kasparov son la clave para decidir el mundial

Leontxo García

Hay cuatro motivos para pensar que el campeón del mundo, el soviético Gary Kaspárov, conservará su título tras las 24 partidas del encuentro ante su compatriota, Anatoli Kárpov, en Lyón. El empate final le favorece, dispondrá de la iniciativa de las blancas en cuatro de las siete partidas que faltan y tiene una mayor resistencia física. Pero los pronósticos están divididos, porque Kaspárov demuestra que no puede controlar sus nervios. Mañana se juega la decimoctava partida, con el marcador igualado a 8,5 puntos.

El soviético Alexander Nikitin, entrenador de Kaspárov hasta el año pasado, comentó el pasado lunes así el desarrollo del encuentro: "cuando veo las partidas de Gary, a veces me pregunto si las juega él o su madre". Nikitin, que no explicó con claridad las razones que le llevaron a separarse del campeón, piensa que su ex alumno es capaz de ganar a Kárpov por amplio margen. Kaspárov también estaba convencido de ello poco antes de que comenzara el duelo en Nueva York, hace dos meses.Los más acérrimos partidarios del azerbaiyano creían que éste iba acumplir su deseo al ver el luego arrollador y lleno de ingenio que mostró en las primeras partidas, sobre todo en la segunda que ganó con brillantez. En ese momento, Kaspárov no podía imaginar que iba a necesitar 14 más para lograr otra victoria. Durante ese periodo que incluye su derrota en la séptima, la chispa del campeón se fue apagando. A veces, lograba posiciones ventajosas o ganadoras, pero perdía el control de sus nervios en el momento de rematar.

Situaciones extremas

Al ver las actitudes de ambos ante el tablero, se podía pensar que Kaspárov había sido hechizado por Kárpov. Éste, campeón desde 1975 a 1985, ha logrado tal dominio de sí mismo en las situaciones extremas que nunca se le puede dar por desahuciado. Cuando Kárpov dispone de pocos minutos para hacer muchas jugadas en una posición complicada e inferior, y se mantiene impertérrito, moviendo solamente los labios mientras lee las variantes que ha calculado, es como si estuviera leyendo un contrato en su despacho.En la misma situación, Kaspárov deleita a los espectadores con un amplísimo repertorio de muecas que transparentan su pensamiento. Así, un observador atento puede saber si el campeón se está diciendo a sí mismo: "¿cómo es posible que este tío aguante todavía?" o "soy un burro, mi último movimiento ha sido horrible", o bien, "no entiendo nada. ¿Qué pretende con esa jugada?". Por el contrario, resulta imposible deducir el estado de ánimo de Kárpov.

El hechizo pareció romperse en la decimoséptima partida, ganada por Kaspárov tras 12 horas y 18 minutos de sufrimiento de Kárpov. Sin embargo, el aspirante sacó a relucir en la siguiente su conocido espíritu vengativo y arrasó como un tanque la posición proveniente de la defensa Grünfeld de Kaspárov.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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