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Reportaje:

La larga noche del 'rey' Maradona

El astro argentino pasó 48 horas en Madrid

Santiago Segurola

El sentido meridional de la vida nunca abandona a Maradona. Su condición de rey del fútbol otorga unos privilegios aristocráticos, y Maradona hace uso de ellos -el avión privado, los coches sedosos y rápidos; el dinero, en fin-, pero su estirpe sureña prevalece siempre. Es una opción consciente, alímentada por un hombre que mantiene todos los rasgos del chico de barriada frente al relamido universo futbolístico de Italia. Con todo su perfil porteño, y en reactor particular, Maradona llegó el domingo a Madrid para intervenir en el programa El día después, de Canal +.

Tocado con un sombrero negro, Maradona estaba en las antípodas de Zenga, Tacconi y toda la camada de estrellas italianas del fútbol, siempre atildadas, con el ojo pendiente de la cámara, y el terno discreto, pero chic. Maradona da la vuelta al discurso, con una relación de supremacía hacía las cámaras y una actitud heterodoxa con respecto a las obligaciones sociales del mayor astro del fútbol. En su viaje a Madrid se hizo acompañar por su mujer, Claudia, y sus dos pequeñas hijas, Dalma y Giannina, por la que siente una devoción indisimulable. Con su familia, llegó un pequeño grupo de familiares y amigos, integrados todos en el espíritu colectivista que anima la vida cotidiana de Maradona.Parecía feliz entre su gente, satisfecho con la victoria conquistada horas antes ante el Torino, sin muestras de cansancio por el largo viaje. Jugaba con Giannina, que es robusta e imparable como él, y atendía relajado a las requisitorias de los fotógrafos. Luego, durante la cena en un restaurante argentino, Maradona charló, cantó, y bailó con Claudia. "Varnos, Claudia. Si he bailado delante de Menem, ¿por qué no lo voy a hacer aquí?". Claudia accedió finalmente y, allá por las tres de la madrugada, se marcaron el baile al ritmo de la tierra de Corrientes.

"En su familia todos son muy bailarines, desde el mayor hasta el más pequeño", admitía Claudia. Maradona es habilidoso en la cancha de fútbol y en la pista de baile, y se diría que tiene una habilidad congénita para cualquier juego. Le das una naranja y es capaz de dominarla con el zapato como un prestidigitador.

Incansable

Su resistencia al cansancio es formidable. Muy entrada la madrugada, Maradona mantenía una conversación vehemente con Jorge Valdano, su viejo compañero en la selección argentina y ahora comentarista en el Canal +. Valdano le animó a continuar en la selección y le recordó que el viejo Sanfilippo todavía es el máximo goleador con la casaca blanquiazul. Quería azuzar Valdano la vena competitiva del astro, y Maradona respondió con una negativa: "No volveré, Jorge. Está decidido".Desencantado con los dirigentes del fútbol argentino y saturado de pisar las canchas, insislió en su decisión de abandonar el Nápoles al final de esta teniporada. "El año que viene, en Corrientes, con mi viejo. Iremos a pescar, y si no pescamos nada, lo compramos, pero es hora de estar con mis viejos".

Maradona habla de un año sabático porque su deseo más grande es retornar al Boca Juniors, el club de su corazón. Quilere volver para ganar la Liga argentina y la Copa de Libertadores, si lo permite la maraña contractual que le rodea. Pese a su dilatada carrera italiana, su conversación básica está relacionada con el fútbol de su país. Con precisión fotográfica, desgrana sus mejores mano a mano con El loco Gatti y El pato Fillol. "Era grande El pato. Se ponía de rodillas, estiraba los brazos y se acababa la portería. Además tenía unos dedos como morcillas".

De Italia habla menos, o con más frialdad, aunque su admiración por Arrigo Sacchi es superlativa. De la Liga dice que está muy cruda para el Nápoles -"se tienen que desmayar todos los equipos"- y no acaba de arriesgarse con un pronóstico.

Y claro, queda Maradona sobre Maradona, o lo que es lo mismo, el relato personal de algunos de las mejores jugadas que ha visto el fútbol. Y entre todas, recuerda un espectacular recorrido entre la defensa belga en el Mundial 86, con toque final para Valdano, muy solo Valdano al borde del área pequeña. "¡Y la tira fuera el tipo!". Se ríe Valdano. "Buena me la hiciste. El peor regalo del mundo: solo, con toda la portería y en una semifinal de un campeonato del Mundo". La charla acaba porque es muy tarde, y todos están cansados, menos Maradona, que muy entrada la noche anuncia que pasará el día siguiente en unos almacenes.

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