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GENTE

Akihito

Encuentro secreto del emperador japonés con la diosa del Sol

El emperador japonés Akihito trasnochó ayer para comunicar a los dioses, en presencia de dos jóvenes mujeres como únicos testigos, que había ascendido hace 10 días al trono del crisantemo. Nadie excepto ellas vio la ofrenda de alimentos que hizo en dos cabañas-templo erigidas para la ocasión en los jardines del palacio imperial. En el exterior, a la luz de la Luna y de antorchas y hogueras encendidas, se encontraban la emperatriz Michiko, los demás miembros de la familia imperial, el primer ministro, Toshiki Kalfu, y otras 700 personalidades japonesas. Ningún extranjero fue invitado al misterioso rito del daiyosai, que data de hace más de 1.300 años, al haberse considerado que la ceremonia no tenía carácter de Estado.Comenzó a las seis de la tarde hora local (diez de la mañana, hora peninsular española) y terminó pasadas las tres de la madrugada de hoy, viernes, con un paréntesis, de nueve a doce, de descanso. No hubo imágenes en directo de la televisión, ya que, según explicó la casa imperial, la necesidad de conservar una tradición tan antigua e importante exigía mantener el secreto. Fuera del amplio perímetro del palacio y en los entornos, 30.000 policías montaron atenta guardia para impedir atentados de la extrema izquierda. Los líderes de los partidos parlamentarlos de oposición no asistieron, por estimar que los más de 2.0110 millones de yenes (unos 1.500 millones de pesetas) que el Gobierno ha utilizado del tesoro público para hacer posible la celebración de este rito sintoísta suponen una violación al principio constitucional de separación entre Iglesia y Estado.

Akihito se purificó primero con agua el cuerpo y se vistió con una túnica de seda blanca en uno de los 39 módulos construidos para la ocasión, y después se dirigió en procesión acompañado por maestros de ceremonias hasta el Yukiden, el primero de los dos pequeños templos construidos con caña de bambú y madera. Allí, con la única compañía de dos jóvenes mujeres asistentes y un misterioso diván que, según la casa imperial, no fue siquiera rozado por el emperador y sirvió para el descanso de los dioses, Akihito efectuó tres ofrendas a base de arroz, pescado crudo, fruta y sake (licor de arroz) a sus antepasados divinos y a Amaterasu Omikami, la diosa del Sol y guardiana del imperio, y realizó una plegaria de agradecimiento por la cosecha y por la paz del país. El emperador participó luego de los alimentos. La ofrenda duró una hora y veinte minutos aproximadamente. Pasada la medianoche, un rito idéntico comenzó en el Sukiden, la cabaña contigua.

El daiyosai procede de una fiesta popular más antigua (shinjosai) con la que el pueblo agradecía a los dioses los frutos de la cosecha. El shinjosai se realiza cada año tras la recolección, y también el emperador lo lleva a cabo en los tres templos permanentes que existen en los jardines del palacio imperial. El daiyosai se efectúa sólo una vez, con ocasión de la entronización del emperador. Hasta ahora se celebraba en Kyoto, la antigua ciudad imperial, y sólo después de haber sido completado se consideraba que el emperador era realmente emperador porque el encuentro con los antepasados le impregnaba de divinidad. No hay textos escritos sobre el desarrollo completo de la ceremonia. La tradición ha exigido siempre que estuviera rodeado de gran misterio, lo que ha dado lugar a múltiples y apasionantes interpretaciones sobre su significado y la verdadera función del diván, como, por ejemplo, la de que el emperador simula el acto sexual con la diosa del Sol.

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