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Coquetería africana

Cualquier trenzado exótico es posible en la primera peluquería 'afro' abierta en Madrid

Decenas de diminutas, pero larguísimas trenzas; trenzados que dibujan complejas geometrías... Las combinaciones son infinitas para lograr los tocados que inmortalizaron las princesas rubias y que en nuestra era triunfaron en Hollywood con el 10 de Bo Derek. Para ello no se requieren largas y pobladas melenas. Todo es posible con algo de tiempo, paciencia y unas manos habilidosas que desarrollen los secretos de la coquetería africana. Es la magia que utiliza Niuma, una joven maliense propietaria de la primera peluquería afro en Madrid.

Los tradicionales cascos para secar el pelo de las peluquerías europeas son instrumentos sin sentido en los salones de peinado africanos, donde no se practica la permanente. "El cabello crespo de la mujer negra lo que necesita para ser peinado son productos y técnicas para su desrizado o, al menos, hacer el rizo más gordo", explica Niuma, una mujer alta y esbelta, con piel color de cobre, procedente de las míticas tierras de Timbuctú.Llegó a España hace 10 años como estudiante de turismo y se quedó para dedicarse a su gran vocación: la peluquería. El arte del peinado es algo innato para la mayor parte de las mujeres africanas.

La pobreza generalizada en su continente les obliga todavía a considerar como un lujo inaccesible los servicios de los profesionales que, a veces, sólo necesitan la sombra de un baobab para colocar su salón bajo un cartel de reclamo, pintado a mano, con las diversas variantes de tocados: estira, ondas -trenzados que dibujan una especie de casco a base de curvas-, trenzas de hilo -que se levantan sobre la cabeza como cortas púas-, rasta, trenzado de raíz, cuando las trencitas largas inician su recorrido a ras del cuero cabelludo, etcétera.

"Muchas veces, cuando la asistencia a un rito de iniciación, un balele -danza ritual- o un entierro requiere tocados especiales, lo normal es recurrir a la hermana, amiga o vecina habilidosa", explica Niuma en un impecable castellano con ligera aspiración francesa. Ella, por ejemplo, solía ser una de las favoritas entre sus amigas.

Cuando se trasladó a España para realizar sus estudios universitarios, Niuma cultivó su pasión en las numerosas peluquerías africanas que han proliferado en París gracias a Bo Derek y la numerosa colonia africana en la capital francesa.

Prácticas en Francia

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"Durante las vacaciones de verano no me iba a Francia, donde vive mi madre. Con el trabajo en las peluquerías africanas contribuía a sufragar los gastos de mis estudios. Pero la verdad es que me encanta peinar y empecé a pensar en la posibilidad de poner un establecimiento en Madrid, donde no había nadie que se dedicara a esta especialidad", asegura Niuma.

Ahora cuenta con dos salones en Madrid, uno en las proximidades de la Gran Vía y otro en Móstoles. En este último, además, tiene anexa una perfumería especializada en los productos de cosmética que requieren las necesidades físicas y estéticas de las mujeres de su raza.

"La mujer negra tiene necesidades específicas, distintas a las de la blanca, que hasta ahora sólo se ha preocupado en estudiar y elaborar una firma norteamericana", dice al explicar cómo las complejidades de su negocio la obligan a atentas búsquedas en el extranjero. "Nuestra piel necesita una cosmética más grasa, especialmente en la cabeza debido a que nuestro cabello es muy duro y seco", explica Niuma.

"Aquí el largo del pelo es lo de menos a la hora de elegir el peinado", dice con una sonrisa. El cabello de la cliente a la que está atendiendo, una brasileña color ébano, no mide más de cinco dedos de largo. La joven le va pasando pequeños mechones de un postizo de pelo largo del mismo tinte del propio.

Sin apenas mirar lo que hace, marca con el peine un pequeño campo cuadrado sobre el cuero cabelludo, estira y retuerce el pelo, al que anuda, literalmente, los mechones postizos hasta que quedan como si fueran su natural prolongación.

Trenzas diminutas

A una gran velocidad, las manos del peluquero ya están esculpiendo una diminuta trenza que se añade a las decenas que, con la misma técnica, ya cubren la espalda de la cliente. Si lo desea, un adorno dorado, de plata o coral puede adornar las terminaciones de los trenzados. El resultado es un voluminoso y largo tocado.

"Yo misma, al natural, tengo un pelo muy corto", dice Niuma. Su melena suelta aparentemente ofrece menos posibilidades para disimular un postizo. Pero Niuma insiste: "No es una peluca, es un cosido". Se trata de la especialidad de su salón y consiste en coser con aguja e hilo, y una laboriosa técnica, el postizo al pelo natural.

Su acoplamiento no deja fisuras ni pistas que delaten la trampa. Para su elaboración se requieren tres horas de tiempo y en el último año se ha convertido en el peinado favorito por las clientas africanas, muy por detrás de los trenzados.

En el caso de las blancas, los peinados a base de trencitas siguen siendo los más solicitados. "El pelo de las europeas da unas melenas envidiables, pero es más difícil de peinar al estilo africano porque es liso y fino y se escurre entre los dedos", dice Niuma al explicar que para lograr los tocados a lo Bo Derek también en estos casos es preferible añadir pelo postizo.

El toque exótico de los peinados africanos tiene en Madrid seguidoras entre modelos, artistas -Alaska figura entre las clientas famosas de Niuma- o mujeres con actividades tan sesudas como inspectora de Hacienda o Telefónica.

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