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Una protesta mapuche no perturbó la visita real a Valdivia

Una concentración de 250 indios mapuches en una plaza de Valdivia no perturbó la visita de don Juan Carlos y doña Sofía al que fue el último reducto de las fuerzas leales a España durante la guerra de independencia de Chile. Valdivia se volcó en la calle para aplaudir a la pareja real y gritar "'¡Vivan los Reyes!". Problemas internos entre los colectivos indígenas impidieron la entrega al Monarca de un documento con sus reivindicaciones.

Los Reyes, que fueron en avión hasta Valdivia, embarcaron luego en una motonave para llegar al muelle fluvial de Schuster, donde comenzaron a pie un recorrido por la calle Maipu, convertida en un vía crucis folclórico del sur de Chile.Cada vez que la pareja real llegaba a una esquina se iniciaba un baile tradicional, unos niños con vistosos trajes, irrumpían a cantar o se abría una pequeña exposición de artesanía. Desde las aceras y balcones engalanados con banderas españolas y chilenas, los valdivianos aplaudían sin cesar.

La caminata concluyó en la catedral, desde donde la comitiva real partió en automóvil al fuerte de Niebla, construido por los españoles, y al poco de irse, dos centenares largos de mapuches, vigilados por los carabineros, irrumpieron en la plaza provistos de pancartas en lasque se podía leer "500 años de opresión".

Poco antes, Aucan Huicaman, portavoz del Consejo de Todas las Tierras, una organización indígena, explicó que su propósito era conseguir que la Corona española ratifique los tratados firmados con los mapuches entre 1641 y 1810 para tener una base jurídica con la que exigir al Gobierno chileno la devolución de sus tierras.

El obispo de Valdivia, monseñor Alejandro Jiménez, intercedió ante las autoridades locales y españolas para que el monarca recibiese a una delegación de esta organización de mapuches, lo que fue aceptado a condición de que se sumasen al encuentro miembros de la Comisión Especial de Pueblos Indígenas, nombrada por el Gobierno chileno.

Los integrantes del consejo indígena se negaron a compartir su tiempo con los indígenas oficialistas y finalmente no hubo entrevista ni con unos ni con otros. Los 600.000 mapuches de Chile tendrán que esperar otra ocasión para que el Rey de su ex metrópoli escuche su voz.

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