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La designación del candidato a la alcaldía de Barcelona abre una crisis en CDC

Cuando, en la noche del pasado 27 de septiembre, el comité ejecutivo de Barcelona de Convergència Democrática de Catalunya (CDC) decidió proponer a Josep Maria Cullell, actual jefe de la oposición municipal, como candidato a la alcaldía de Barcelona, pocos de sus miembros eran conscientes de que estaban abriendo el partido a la más seria crisis de su historia. Una crisis que traduce el enfrentamiento soterrado entre el presidente del partido y de la Generalitat, Jordi Pujol, y el secretario general de CDC, Miquel Roca.

Cullell fue refrendado anoche como candidato por el consejo de Barcelona que aprobó, con 189 votos a favor, 21 en contra y 25 abstenciones, que él sea quien dispute de nuevo la alcaldía de Barcelona al socialista Pasqual Maragall. Cullell se manifestó "contento y satisfecho", pese a que un 20% de los presentes no respaldó su candidatura. En 1987, su designación fue aprobada por unanimidad.Para comprender toda la historia hay que asistir al prólogo. Un prólogo protagonizado por los mismos hombres del comité ejecutivo de Barcelona de CDC. Hace dos meses y medio trascendía a la prensa que este órgano había hecho una propuesta interna en la que señalaba a Roca como el candidato más idóneo para disputar la alcaldía de Barcelona. La mayoría del comité creía reflejar, en ambas ocasiones, la voluntad de Pujol. Al menos en una de ellas está claro que no era así.

Lo cierto es que Pujol, cuyo candidato era Roca, se enteró por una emisora de radio de que el comité de Barcelona se había reunido el pasado jueves para designar a Cullell como candidato. Apenas tuvo tiempo para forzar un aplazamiento de 24 horas de la conferencia de prensa en la que iba a anunciarse oficialmente la designación de Cullell. Las mismas voces que habían soplado en los oídos del comité barcelonés que Pujol amaba a Cullell y quería verlo de nuevo como candidato, se encargaron de que casi todos los diarios editados en Barcelona conocieran la primicia. Alguien, y no pocos miran hacia Roca, se había encargado de impedir que tuviera tiempo de maniobrar para impedir el hecho consumado.

Los motivos de Roca para rechazar la oferta, apuntan destacados dirigentes de CDC afines a Pujol, serían múltiples. En primer lugar, no querer arriesgarse a fracasar ante un Maragall, que parece tener todos los números para ser el alcalde que inaugure los Juegos Olímpicos de 1992. En segundo lugar, hacer pagar a Pujol su amenaza de volver a asumir la dirección del partido, lo que, obviamente, iría en detrimento suyo. Finalmente, la negativa de Roca estaría basada en el hecho de no haber obtenido suficientes garantías de ser nombrado conseller en cap -cargo equivalente a primer ministro del Gobierno catalán- en el caso de no conquistar la alcaldía. Puestos a negar" Roca lo niega todo, y anteayer mismo aseguraba a una emisora de la Generalitat, que en el partido hay "paz octaviana".

Venecia y Lisboa

¿Y Cullell?.El candidato en ciernes se fue unos días a Venecia a esperar que Pujol hiciera volver las aguas a su cauce. Y si Cullell viajó a Italia, Pujol. se halla en Lisboa, desde donde ha hecho valer su influencia en CDC para forzar un aplazamiento del Comité Ejecutivo del partido que habrá de bendecir la candidatura de Cullell propuesta por el comité barcelonés, para que no se celebrara en su ausencia. Sus allegados afirman que Pujol es consciente de que en la batalla de Barcelona no sólo se juega una alcaldía, quizá ya perdida, sino que lo que verdaderamente está en juego es quién manda en el partido. O el o Roca.

Dirigentes nacionalistas próximos al entorno familiar de Pujol aseguran que el presidente había llegado a la conclusión, durante sus meditaciones veraniegas -en las que no le faltaron, afirman, las reflexiones que le hicieron sus familiares más allegados-, de que su control sobre el partido estaba en peligro. De ahí su intento posterior de reconducir la situación a expensas de Roca.

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