El primer alcalde negro de Europa
Kofi Yamgnane, un ingeniero de Togo, es, desde hace un año, primer edil de Saint-Coulitz, localidad de la Bretaña francesa
La vida de Kofí Yamgnane es el cumplimiento de un destino fabuloso. Nacido y crecido en una aldea de Togo, hijo de padres paupérrimos y analfabetos, este hombre es hoy el primer y único alcalde negro, de Europa. Desde abril del año pasado gobierna Saint-Coulitz, un municipio agrícola de 354 almas en la Bretaña francesa. Católico, de 44 años y casado con una francesa, Yamgnane dice que su vida es la de "cualquier francés medio".
De 44 años, negro como una berenjena, Kofi habla un francés vagamente enfático, como el de todos los que lo han aprendido en los libros. Su acento es, sin embargo, más puro, menos cerrado que el de sus actuales paisanos bretones. "Lo milagroso fue poder asistir a la escuela", afirma. "El resto es banal, mí historia es la de cualquier francés medio". El artífice del milagro fue un misionario jesuita que llegó a su pueblo de origen, Bassar, para evangelizarle.Un día, mientras Kofi jugaba con sus compañeros, el pastor visitó a los padres del niño y les pidió permiso para llevárselo con él a la ciudad a fin de que estudiara. "Mi padre aceptó, pensando que me haría tan inteligente como un blanco". En 1965, Kofi superó los exámenes de bachillerato en el liceo francés de Lomé, la capital de Togo, y obtuvo plaza para entrar en la facultad de ingeniería de Nancy, en Bretaña. En 1969 obtiene el título y se casa con Anne-Marie, una maestra elemental de tez blanquísima. "Éste fue el primer paso hacia la integración en el mundo de los blancos. Bueno, más bien el segundo, pues en aquella época yo era ya católico, dado que en África tuve enseñanza, religiosa durante 12 años", dice Kofi.
En Saint-Coulitz, donde sé establece con la familia, es desde el primer momento bien recibido por todo el mundo. Jovial, accesible, generoso, Kofi es además el único ingeniero del pueblecito.
Elegido por unanimidad
Poco antes de las municipales de 1983, dos labradores le propusieron que se presentara a las elecciones. Kofi se echó a reír. "Pero, bueno, ¿os habéis vuelto locos?", respondió. "Aquí consideran forasteros incluso a los habitantes de la aldea vecina. Imaginaos a mí, que vengo de África". Sin embargo, en las municipales del 89, el hombre de Togo es elegido alcalde por unanimidad.En Sain-Coulitz no hay farmacia ni escuela, carece de quiosco de prensa, gasolinera o restaurante. El municipio tiene una extensión de 1.200 hectáreas, pero en su centro tiene sólo unas pocas casas: una iglesuela gótica rodeada por el cementerio, el presbiterio, tres caseríos con puertas y ventanas atrancadas, la escuela convertida en municipio. En Saint-Coulitz, el aromwdel majuelo y el olor del estiércol llegan incluso a la iglesia.
Gracias a Kofi, este pueblecillo de ancianos vive hoy días de gloria. En Saint-Coulitz han desembarcado periodistas, televisiones y fotógrafos franceses, ingleses, alemanes, americanos, australianos. Ha llegado hasta un enviado del Asahi Shimbun, el coloso japonés más vendido en el mundo. La semana pasada llegó un equipo del Canal 5 francés.
El alcalde negro de Nueva York, David Dinkins, ha prometido a Kofi que se reunirá con él a finales de año y le ha invitado a participar en el congreso de alcaldes de color de EE UU. Ya han visitado Saint-Coulitz el primer ministro, Michel Rocard, y el presidente de la Asamblea Nacidrial, Laurent Fabius. El presidente de Togo le ha enviado un telegrama de felicitación: "Esta elección es un acontecimiento importante en la historia de Francia que honra a tu persona y a tu país de origen, Togo".
Pero, al lado de los aplausos, se han elevado también las voces rencorosas del odio racista, recogidas en una cincuentena de cartas de amenazas e insultos dirigidas al "Alcalde Africano" o "Al cerdo negro de Saint-Coulitz". Kofi las conserva en una carpetita azul, y, sí uno lo pide, no duda en mostrar las más sígníricativas. "Negro arrogante, vuélvete a casa o acabaremos contigo", o "los bretones tienen que estar borrachos para elegir como alcalde a un cerdo africano". Firmas: "SOS, Francia arabizada" o "Viva Le Pen".
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