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A bordo

La fragata Santa María y las corbetas Descubierta y Cazadora ya están en algún lugar del Mediterráneo, rumbo al golfo Pérsico. Finalmente, sucedio: llevan a bordo mozos de reemplazo, algunos recién ¡legados al servicio militar. Lo malo para los marineros de a bordo es el mareo; lo peor para ellos mismos y para cuantos permanecemos en tierra, el precedente. Ha quedado claro que aquí te pueden mandar a la guerra sin que medie el Parlamento y sin que ni siquiera se reúna el Consejo de Ministros. Bueno, los responsables del envío de buques al Golfo han dicho que van en misión de paz. Esta declaración es, por lo menos, desconcertante. Uno siempre había entendido que una misión de paz se hace, por ejemplo, embarcando en los buques expedicionarios a los coros y danzas, con Montserrat Caballé de cabecera de cartel; y si, por el contrario, lo que se embarca son soldados y misiles, eso es la guerra. Los españoles no es muy probable que nos consideremos en guerra, ni contra Irak ni contra nadie. Para estar en guerra contra alguien sería necesario que nos hubiera hecho algo muy gordo. Cuando nos invadían los franceses (sin ir más lejos), nuestros antepasados se ponían furiosos y para levantarlos en armas bastaban encendidas proclamas invocando dos sagradas palabras: patria y Dios. Sin embargo, ahora los tiempos son otros, nadie nos invade, Dios y patria son conceptos abstractos que la modernidad ha ido devaluando, y para solucionar la cuestión del petróleo no parece apropiado empezar a tiros.La fragata y las dos corbetas, con sus marineros de reemplazo, irán y volverán sin que pase nada -en eso confiamos todos ciegamente-, y si pasara, quien los envió allá habrá de asumir sus responsabilidades. Lo cual no impide que nos tengan con el corazón en un puño y el alma en vilo. Van a bordo chavales, estaban haciendo la mili sin meterse con nadie y además ésa no es su guerra.

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