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Entrevista:

"Los que están en contra del salario social son gente de despacho"

Francisco Peregil

Pregunta. ¿Es ir cómodo ser la única mujer en el Gobierno de Leguina?Respuesta. Estoy acostumbrada; siempre he sido la única en todos los cargos políticos, desde que empecé como sindicalista de UGT en Telefónica.

P. ¿Son machistas los políticos?

R. Son un reflejo de la sociedad, y no van a dejar de ser machistas por ser políticos.

P. ¿Sus compañeros también?

R. Por supuesto. Los de mi grupo tienen más delito aún, porque encima teorizan y dicen que no lo son.

P. ¿Es duro ser siempre la única?

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R. No demasiado, porque yo no entro en provocaciones. Parto de la base de que los compañeros míos son como son, y no entro en la provocación que ellos esperan. Voy a lo mío, a hacer el trabajo que hay que hacer, y me entiendo muy bien con mis companeros.

P. En su consejería hay muy pocas mujeres con mando.

R. Claro, porque no elijo en función del sexo.

P. En octubre entra en vigor el ingreso mínimo de integración (¡MI), o salario social. ¿Cree que se podrán integrar en la sociedad las 20.000 familias pobres de Madrid?

R. Será muy dificil. Hay que modificar toda la estructura burocrática, y eso no es tan fácil. Nosotros estamos preparando ahora a los trabajadores sociales y estamos rompiéndonos la cabeza para pensar qué clase de actividades pueden servir para esta gente.

P. ¿Está preparado el aparato burocrático de Madrid?

R. Bueno, yo me he puesto, algunas veces unos vaqueros sucios y he ido a los centros sociales municipales. Les he preguntado qué hay que hacer para conseguir algún papel, y te encuentras allí a la típica señora con joyas en los brazos, totalmente ajena a los problemas sociales.

P. ¿Cómo se introdujo en el mundo de la política?

P. Cuando vine a Madrid. Yo soy de Valencia. Mi padre es militar y muy de derechas. Toda mi familia pertenece a una derecha dogmática. Allí llevaba una vida muy burguesa, montaba a caballo. Me vine en los años setenta a Madrid y monté una escuela en Carabanchel. Cotitacté con gente de extrema izquierda, y fue en 1972 cuando contacté con los socialistas.

P. ¿De sopetón?

R. Sí, por casualidad. Les dije que me quería afiliar al partido, y me dijeron que antes tenía que hacerlo a UGT. Entonces dije: ¿Eso qué es? Ahí empezó mi carrera sindical en Telefónica.

P.¿Siempre al lado de Joaquín Leguina?

R. Bueno, una vez fui delante; en las listas electorales para el Congreso en 1979, cuando salí diputada.

P. ¿Qué ha aprendido en la política?

R. A manejar la distancia, el tiempo, no caer en provocaciones e ir donde quieres ir.

P. ¿Ha ido el PSOE donde quería ir?

R. A mí me preocupa mucho el lenguaje para enterados que utilizamos los políticos. En la campaña del 82 decíamos en los mítines que había que hablar de otra forma y ensenar otras cosas diferentes. Yo creo que eso no se ha conseguido. Se van reproduciendo las estructuras en las que hemos sido educados: Los que hacemos política somos una muestra de lo que es el país.

Escuchar a la gente

P. ¿Es muy dificil mantener la dignidad en aguas movedizas?

R. Sí, porque estamos en una sociedad en la que se justifica todo. Hay que darse cuenta de que uno está viviendo muy por encima de la media del país. Yo, para no perder el sentido de la realidad, nunca hago visitas a los sitios avisando, me presento en las dependencias de mi consejería por las buenas, y al que viene a mi despacho lo escucho.

P. ¿Qué escucha?

R. Lo dura que es la vida de los transexuales, por ejemplo. Las putas pueden trabajar, pero ellos, no. Escucho también a mi lechero, que no sabe nada de política, y es una gran ayuda.

P. ¿Es consciente de que detrás del salario social tiene demasiados enemigos?

R. Sí, hay algunas personas que teorizan en contra del IMI, pero uno se fija y se da cuenta de que son gente que trabaja en despachos. Yo siempre les digo lo mismo que contestaba a la gente que se oponía al centro de putas: ¿Les habéis preguntado a las putas? ¿Les habéis preguntado allos pobres?

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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