Caída libre
A este paso, la selección española de baloncesto lleva camino de batir un récord de caída libre en el escalafón internacional. En los últimos seis años de compromisos internacionales España ha sido incapaz de mejorar ni una sola vez la posición lograda en la anterior cita europea, olímpica o mundial. Toda una hazaña que, casualmente, coincide con la llegada del nuevo presidente de la federación de baloncesto, el señor Sust.Pere Sust es uno de los grandes culpables de lo que está ocurriendo. Él es el máximo responsable y, como tal, es el indicado para tomar, o mejor dicho, haber tomado, las medidas pertinentes. Pero su forma de reaccionar ha sido seguir hipotecando la federación, ofreciendo a los jugadores el dinero que no tiene o renovando en el año 1988 a Díaz Miguel con un contrato hasta la Olimpiada de Barcelona, que si quiere rescindir puede costarle un pico de muchos ceros.
Díaz Miguel es el segundo de la lista. Es indiscutible que el baloncesto español le debe mucho a Antonio, pero se le ha pasado su momento. No es cuestión de volver a enumerar las causas de tan progresivo e ¡mparable proceso, sino de constatar una vez más una realidad demostrable. Díaz Miguel no conecta con sus jugadores y éstos no confian en su capacidad técnica, que ha ido descendiendo con el paso de los años. Los componentes del equipo han perdido la ilusión y en España se han quedado voluntariamente alguno por una sola y exclusiva razón que se llama Díaz Miguel.
Los jugadores no pueden quedar exentos de responsabilidades. Falta ilusión y sobra conformismo. La selección española de baloncesto se ha convertido en un conjunto que no sabe desarrollar un estilo personal, sino que se halla encorsetado. No es tarea fácil, pero si, con razon o sin ella, Díaz Miguel no gusta a los jugadores, o no acuden a la selección, o si van, ya saben lo que les espera y no sirven excusas.
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