Adictos al folletín
Ninguna de las emisoras españolas ha prescindido de las telenovelas en la programación veraniega
Los calores veraniegos no han podido con Cristal, el folletín que ha abierto las puertas en nuestra pequeña pantalla a otras telenovelas de su corte y de origen latinoamericano. Ante el insólito poder de convocatoria de la telenovela venezolana, el canal privado Tele 5 ha reaccionado con celeridad incluyendo en su programación La revancha y Señora, también con sabor caribeño. El galán Carlos Mata hace doblete como protagonista de Cristal y de Señora. Otro serial venezolano, La intrusa, está a punto de cumplir su 130º episodio en Antena 3.
Sea por efecto de una verdadera sed de telerromance venezolano o como resultado de la contraprogramación -la estrategia que tiende fatalmente a homogeneizar los contenidos de las parrillas televisivas cuando aumenta la competencia-, lo cierto es que uno se da cuenta de que puede empezar la mañana desayunándose con La intrusa, seguir con La revancha al mediodía, aparcar en la sobremesa con Cristal y hacer parada y fonda a media tarde con Señora.
Esto por lo que se refiere a la dieta de culebrón venezolano, porque si el atracón de madres biológicas, madres adoptivas y madres que se lo imaginan aún deja tiempo y ganas, uno puede regalarse con varias soaps norteamericanas -Santa Bárbara, Hospital general y Loving-, con dos novelas brasileñas -Roque Santeiro, Días de baile- o con la variedad del serial australiano -Neighbous- o británico -East enders- que nos pueden proporcionar los canales autonómicos.
Los tiempos en que Dallas y Dinastía ocupaban el número uno de audiencia han pasado a la historia. Cristal ha supuesto un redescubrimiento del folletín clásico, el que, según Daniel Filho, realizador de Días de baile, es heredero de los melodramas radiofónicos cubano y mexicano. De repente se ha desatado una gran pasión por la novela por entregas. Todo el mundo las ve, y hasta hay cierto exhibicionismo en ello.
Hoy se muestra impúdicamente la afición que antes se ocultaba como una lamentable debilidad. Todo el mundo quiere también hacer su folletín, con o sin Lupita Ferrer, Jeanette Rodríguez, Carlos Mata o Raúl Amundaray, nuestro presente star system. La aparente facilidad de la fórmula y sus escasos remilgos de factura alientan el intento. El ingrediente clave en todas las telenovelas es una fuerte historia de amor, complicada hasta el delirio, con episodios de adulterio, traición, venganza, intercambio de personalidades y esos delitos contra la sangre que funda melodramas como los de Cristal, La intrusa, Señora o La revancha.
'Culebrones'
El hecho de que la peripecia esté más o menos basada en la realidad cotidiana es sólo una particularidad secundaria. En el caso de algunos culebrones brasileños, como Roque Santeiro, no se descarta la misión pedagógica y están repletos de alusiones directas a la actualidad del país. Situándose en ambiente y personajes imaginarios, Roque Santeiro, uno de los títulos legendarios de Latinoamérica, es crítico con ciertos vicios nacionales, aunque con el elemento del humor. Hay también ese otro elemento que falta en el folletín tradicional, el humor. Con estas ambiciones consiguió Roque Santeiro parar la vida normal en Nicaragua, en tiempos conflictivos. Este folletín consiguió la más alta audiencia en la historia de la Globo brasileña. Una trayectoria de prohibicion es y censuras como la que vivió Roque Santeiro desde 1965 es díficil encontrarla en el folletín venezolano. Cuenta Delia Fiallo, autora de Cristal, que en 1968 suspendieron una de sus novelas por hablar del divorcio. Cristal recuerda a teledramas como Lucecita, escrita también por Fiallo. Lucecita alcanzó los 312 capítulos. Raquel, una obra original de Inés Ródenas, superó este número. Lupita Ferrer y Raúl Amundaray eran dos decenios atrás en Venezuela los reyes indiscutibles del folletín. También triunfaba en el género lacrimógeno José Luis Rodríguez, a quien Delia Fiallo puso el sobrenombre de El Puma.
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