Banesto cambiará su estrategia tras el Tour

"El resultado de este Tour nos va a obligar a una profunda reflexión", anuncia desde hace unos días José Miguel Echávarri, director del Banesto. El equipo estudia la posibilidad de crear una formación suficiente para competir en las tres grandes (Vuelta, Giro y Tour) durante la próxima temporada, último año del contrato de cohabitación entre Delgado e Induráin. Echávarri ha recibido el adelanto de que la próxima edición del Tour será mucho más dura y montañosa, lo que refuerza la posición de Delgado como líder. El sistema de preparación de Delgado, invariable en los últimos años, puede sufrir modificaciones.

La última semana del Tour ha obligado a Echávarri a lanzar una reflexión al vuelo a consecuencia de la preparación que han practicado el norteamericano Lemond, virtual ganador, y el holandés Breukink, serio candidato al podio: "Han llegado en mejor forma al final de la carrera lo han hecho tras haber dedicado la temporada a una sola prueba, el Tour. Es evidente que les ha salido bien la apuesta y que detrás tenían un patrocinador que aceptaba esa condición, pero no es bueno para el ciclismo. ¿Qué sucederá con todas las demás carreras si aquellos corredores con aspiraciones practican la misma política?"Echávarri no es partidario de arriesgar toda la inversión publicitaria en una carrera: "Es evidente que una prueba como el Tour justifica cualquier inversión si todo sale bien, pero si sale mal resulta muy duro".

En lo que afecta a su propio equipo, el Banesto, Echávarri se ha mostrado partidario de cerrar la temporada con la participación en las tres grandes. Dicha posibilidad encubre una decisión importante, como es la de si Delgado debe dejar la Vuelta para dedicarse al Giro, porque el gran objetivo del líder español sigue siendo el Tour.

La actuación del italiano Bugno este año (ganador del Giro 90 y sexto en la general), la de Fignon el pasado (ganó el Giro 89 y fue segundo en el Tour), la de Roche en 1987 (ganó el Giro y el Tour), la del propio Delgado en 1988 (ganó el Tour y fue séptimo en su única participación en la ronda italiana) y la del norteamericano Lemond, que ha elegido el Giro como comienzo real de su preparación cara al Tour, hace pensar que la carrera italiana sirve mejor para mantener una adecuada forma hasta el Tour. Porque la preparación de Delgado este año, que ha seguido idéntico camino que el pasado, tiene algunos puntos de discusión en el seno del equipo: llegó al Tour fresco pero sin rodaje.

Según algunas opiniones, Delgado ha estado demasiado tiempo sin competir entre la Vuelta (abril) y el Tour Gulio), cuando en otros casos (el Giro, la Vuelta a Suiza o el Tour de Romandía), el ciclista llega perfectamente rodado, con el golpe de pedalada justo y, sobre todo, con las horas de competición necesarias para no sufrir despistes.

La gran cuestión, sin embargo, vuelve a ser una: cómo vender que Delgado no participe en la Vuelta. Hace un año se pensó en fichar a un corredor como Álvaro Pino para reforzar el papel en la Vuelta y en el Giro.

El papel de Induráin

La actuación de Induráin mueve a algunas reflexiones pero no a tantas como el aficionado supone. Echávarri es quien más ha pensado en cómo dividir una temporada para dar gusto y resultados a Induráin (el futuro del ciclismo español) y a Delgado (el presente) sin que exista posibilidad de enfrentarlos. Induráin ha ganado pruebas corno la París-Niza y el Criterium Internacional (1989) que figuraban en blanco en el palmarés español, pero este año no ha podido con la Vuelta donde ha ejercido como jefe de filas, y ello había reforzado su decisión. "Es cierto que Induráin nos ha sorprendido a todos en este Tour, porque también se ha sorprendido a sí mismo", responde día tras día Echávarri, "pero hay que hacer constar que este Tour resultaba algo más favorable a sus condiciones por no existir dos grandes jornadas montañosas consecutivas".

Echávarri conoce, por medio de responsables de la organización, que el Tour del próximo año va a ser mucho más duro con etapas montañosas de mayor calibre. Hay que tener en cuenta que el recorrido del Tour se ha suavizado enormememente desde 1987, pues ha pasado de una media de 4.200 kilómetros por aquél entonces a rondar los 3.200 en las últimas dos ediciones. Un Tour mucho más duro es más favorable a Delgado que a Induráin. Delgado será en 1991 un corredor de 31 años, una edad aún propicia para la alta competición pero que también obliga a la reflexión. Porque ganadores con 31 años sólo hay uno en las últimas 31 ediciones, Bahamontes (1959); y con más de 31, sólo otro corredor, Zoetemelk (1980, con 33 años). Los últimos corredores victoriosos con 30 años han sido Anquetil (1964) e Hinault (1985). Lemond está a punto de ganar su tercer Tour con 29 años. A favor de Delgado está que no ha sufrido lesiones ni ha tenido temporadas tan duras corno otros campeones.

Los resultados que ha ofrecido este Tour invitan a retocar la forma de preparación de Delgado (si el corredor acepta este cambio, parcela en la que se muestra especialmente receloso según algunas fuentes), a ampliar la temporada del equipo y a buscar una fórmula para hacer entrar a Induráin en el Tour. La relación entre Delgado e Induráin es el aspecto menos preocupante del problema: su amistad personal despeja cualquier duda y no deja resquicios para el conflicto.