Delgado tantea a sus adversarios
Pedro Delgado utilizó en la primera etapa alpina del Tour el lícito recurso a la política de gestos, fórmula que a veces rinde sus frutos. Lanzó un ataque postrero, tanteó el panorama y pudo terminar relativamente satisfecho: obtuvo 19 segundos de ventaja sobre sus rivales y llegó al hotel con algunas impresiones en la cabeza: una, que Bauer no parece capacitado para administrar su diferencia, razón por la que perdió dos minutos y el liderato en favor de¡ francés Pensec; dos, que Alcalá no ha logrado modificar la heterodoxa forma de comportarse en la carrera del equipo PDM, y tres, que hoy ha de atacar él.
A Delgado le siguen quedando cuestiones que resolver. Fue por ello por lo que decidió afrontar los Alpes en dos fases: primer día, estudiar a los favoritos; segundo, intentar rebajar las diferencias. En 1988, una etapa similar a la de hoy le fue suficiente para vestirse el maillot amarillo y dejar resuelto el Tour. El parte meteorológico anuncia calor en l'Alpe d'Huez.En la noche del lunes no hubo ninguna consigna ofensiva para el martes. Tal y como estaba la situación, tan corta como resultaba la etapa -poco más de 100 kilómetros-, podía devenir suicida adoptar una actitud agresiva. Los compañeros de Delgado debían estar atentos a que la jornada no resultara excesivamente cómoda para el pelotón, pero no lanzarían un ataque. ¿Por qué? Porque tanto Echávarri como Delgado calculaban que Alcalá y el PDM estaban obligados a tomar la iniciativa con vistas a mover del pedestal a Bauer. Así, el protagonismo correspondió al RMO, de Mottet, y en parte al Z, de Lemond. Delgado se sorprendió en la meta: "Esperaba más del PDM. Alcalá ha estado muy conservador. Me parece que no ha cambiado mucho su forma de actuar; ni siquiera ahora, con un jefe de filas". Precisamente, Alcalá juraba y perjuraba que todo había cambiado en su equipo, el PDM, capaz de gastar la munición en batallas irrelevantes y de no utilizarla cuando la carretera exige que cada cual se comporte con la crueldad necesaria.
El grupo de favoritos esperó a la última subida, de ocho kilómetros y presidida por el calor, consciente de que el líder, Bauer, era un invitado de piedra. Un aspirante a ganar la principal prueba del mundo no puede dar señales de flaqueza en el primer puerto. Efectivamente, Bauer quedó descolgado en la subida a La Colombière, lo que impresionó al pelotón. Un signo de debilidad tan evidente animó a otros corredores, como Mottet, Chiapucci y Pensec, una opción no demasiado digna que le queda al ciclismo francés, huérfano de triunfos desde que Hinault abdicara con todos los honores en 1985. Los principales movimientos correspondieron al RMO, que lanzó al voluntarioso Claveyrolat como puente para un posterior ataque de Mottet, quien, ciertamente, nunca llegó a la cita, pero adornó para disfrute del público, que pudo vivir tres emociones: la de un ganador de etapa, Claveyrolat; la de un nuevo líder, Pensec, y la de un favorito en la corte, Mottet.
Al ataque de Mottet en el último puerto sólo respondió Ampler, del PDM. Pero ahí acabó la capacidad de respuesta del equipo de Alcalá. No dieron más señales ni el PDM, ni el Z, aunque Millar trabajó, ni el Banesto. Delgado justificó su actitud por preconcebida: "A Mottet le dejamos marchar, pero esperaba que Alcalá se hubiera movido y no lo hizo. A Lemond le entiendo en parte porque tenía a su lado a Pensec, que aspiraba a ser líder". Agrupados los notables, la respuesta final perteneció al español, que aprovechó una curva para atacar a Alcalá. A él se engancharon Montoya, Pensec y Lejarreta, que declaró: "Me da vergüenza decir que estoy bien porque luego puede pasar cualquier cosa, pero es así". Lemond y Alcalá se vieron incapacitados para seguir el ritmo y perdieron un tiempo con más valor simbólico que real. Lejarreta apostilló: "He visto a Delgado impresionante".
Vistas así las cosas, Delgado deberá pasar hoy a los hechos y dejarse de gestos. La etapa de l'Alpe d'Huez tiene la virtud de reunir ambas circunstancias porque suele sembrar estimables diferencias y corona a sus triunfadores con un reconocimiento especial. Para Delgado, hoy, no valen los segundos y sí los minutos. Delgado empieza a jugarse el Tour. Se anuncia calor y semejante recorrido, con las ascensiones consecutivas a La Madeleine, Glandon y l'Alpe d'Huez, le sirvió para destrozar la carrera en 1988. El Banesto se moverá. Todo irá bien si a Induráin le toca trabajar en el descenso del Glandon. Un día es un día.
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