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Tour 90

Laurent Fignon se retira en un avituallamiento

El Tour de este año no da respiro. Al sobresalto sufrido con la contrarreloj inicial de Lemond siguió la escapada de Bauer el segundo día y en tres más se ha consumado el abandono de uno de los favoritos: Laurent Fignon. Tras su caída del lunes, que no parecía tener importancia, perdió casi un minuto el martes en los últimos kilómetros y ayer se sentó a leer el periódico en el coche auxiliar cuando se llevaban apenas 124 de los 301 de la etapa-maratón entre Avranches y Rouen. También abandonó Marco Giovannetti, el ganador de la Vuelta a España y tercero en el Giro. El ganador de la etapa fue el holandés Solleveld.

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La cosa se clarifica. Ya hay un favorito menos. Fignon no ha tenido precisamente un buen año. Tuvo que retirarse del Giro por una caída y se recuperó a duras penas para participar en el Tour, aunque perdió la forma. Cedió tiempo en la prólogo a Lemond, pero lo recuperó con su equipo en la contrarreloj, que fue su única subida de moral. Pronto se truncó. Cayó en la tercera etapa debido a la lluvia y aunque el parte médico oficial señaló "contusiones superficiales", los daños fueron más profundos. Su pierna derecha no iba bien y unido a su falta de rodaje le supuso perder 44 segundos anteayer. Ya iba mal colocado al cortarse el pelotón por la caída, pero ni siquiera pudo enlazar con el segundo grupo de Delgado.Ayer, en la salida, leía en el coche de su director, Cyrille Guimard, sentado al volante, lo que titulaba el periódico L´Équipe: "Fignon, el maldito". Naturalmente, en su línea de antipática, no hizo declaración alguna, al igual que tras el final de etapa el día anterior. Se barruntaba en el entorno del Castorama lo peor y así fue. En varias pintadas en el suelo, al principio de la etapa, parecía que se animaba a Lemond, pero era a Le Pen, el político ultraderechista francés. Ya en el kilómetro 146, en la subida a Clinchamps, una de las siete mínimas cuestas de cuarta categoría que había en la etapa, los lemas sí eran ciclistas: Lemond tricheur, Fignon vainqueur (Lemond tramposo, Fignon vencedor).

El doble ganador del Tour en 1983 y 1984 no llegó a leerlo. Veintidós kilómetros antes, en el control de avituallamiento, tras otra caída en el pelotón que no le causó daños, pero sí le dejó algo descolgado, se paró mientras sus compañeros de equipo aún le acompañaban en su adiós, buscando el coche auxiliar. Volvió a rodar unos metros y cuando encontró el coche auxiliar dio la vuelta para subirse. Poco después, antes de comer tranquilamente bajo techo, volvió a leer el periódico e incluso se tapó la cara con él para que no le enfocaran las cámaras. Ya era un maldito definitivo, que no podrá tomarse la revancha de los ocho segundos que le sacó el tramposo Lemond el año pasado en París.

Lemond, en cualquier caso, tiene un rival menos y también Pedro Delgado, que recordó: "Es una prueba de lo duro que es el Tour si tienes problemas físicos. Eso le ha pasado a Fignon. La etapa tan larga sólo ha sido de desgaste, con tanta bonificación y pequeños puertos. Yo creía que podía pasar algo en el último puerto de tercera, pero era poca cosa". El corredor español, no obstante, como todos, dice que aún queda mucho Tour y otros rivales. Y se volvía a disculpar del tiempo perdido el martes: "Hombre hay que tener en cuenta que son 200 corredores y en ese momento de la etapa estaban, tirando los Panasonic. Nosotros no íbamos en ningún momento detrás, estábamos delante y ahí me cogió la caída. Incluso tuve que estar parado porque no encontraba ninguna salida. Los cinco corredores que se cayeron estaban justamente delante de mí taponándome".

La jornada maratoniana no superó las ocho horas como se esperaba, pues se superó por casi tres kilómetros (38,996 frente a 36) el mejor promedio previsto. Pese a la lluvia, el terreno era fácil, simplemente ondulado. Para el sprinter holandés del Seur, Mathieu Hermans, sin embargo, el pedaleo casi llegó a las nueve horas. Le faltaron apenas 15 minutos. Ya es último de la general, algo que ha repetido en dos Tour y corre el riesgo de quedar fuera de control, hecho no confirmado al cierre de esta edición.

La etapa olía a final agrupado pero un holandés, otro especialista en clásicas, lo impidió. Solleveld siguió así a Argentin, aunque atacó mucho antes. El soviético Konyshev se dejó ver tras él, fue absorbido y terminó rezagado. El Tour no perdona.

Guimard no pierde la sonrisa

Cyrille Guimard, director del equipo Castorama y de Laurent Fignon, tiene tantas horas de vuelo y un carácter tan abierto, que ni siquiera ayer perdió la sonrisa. Se ha visto en demasiadas batallas, tanto con su líder actual, como antes le sucedió con Bernard Hinault o con Greg Lemond, que casi nada le sorprende demasiado.Además, Guimard, tiene casi la obligación de hacer el papel de simpático y de portavoz para contrarrestar la antipatía de su corredor. A pesar de ello no pudo esconder su decepción por la retirada de su corredor estrella: "Ha sido mala suerte y una gran amargura abandonar a causa de las caídas, las dos grandes vueltas que en principio habíamos planteado en la temporada. Este año, especialmente, nuestro objetivo no era la segunda plaza del Tour, sino la primera. No era una revancha de Laurent Fignon sobre Greg Lemond, sino contra sí mismo".

Recuperación

Guimard ya temía en la salida lo peor, aunque no, que sucediera tan rápidamente. Al preguntarle sobre la recuperación de Fignon, cuando este se encontraba junto a él en el coche del equipo, contestó: "No es fácil".

Era curioso que él se prestara a contestar en lugar de decirle a Fignon que lo hiciera él mismo.

"Ya en la salida noté a Fignon que estaba especialmente bajo de moral, aparte de sus problemas originados por la lesión.

Así no merecía la pena seguir", explicó Guimard todavía con la sonrisa en los labios.

Este director que se ha ganado la fama de ser uno de los que mejor analiza las carreras, tendrá que conformarse en el Tour con batallas menores.

Difícilmente hombres de segunda fila como son Rue, Lavainne, Leblanc o Pascal Simon podrán llegar a la gloria. Aunque con Guimard detrás nunca se sabe.

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