Donald Trump

CARLOS MENDO Donald Trump, el rey del negocio inmobiliario norteamericano, tiene un problema: reducir sus gastos a la pequeña suma de 450.000 dólares mensuales (más de 45 millones de pesetas), en los que no están incluidos el millón de dólares mensuales que le cuesta el mantenimiento de su avión, su helicóptero, su yate y sus tres casas de Manhattan Palm Beach y la costa de Nueva Inglaterra.

El problema radica en que hasta ahora, los gastos del multimillonario norteamericano de 45 años, entre cuyas propiedades se encuentran el Trump Shuttle -o puente aéreo entre Nueva York, Washington y Boston-, varios casinos en Atlantic City y el lujoso hotel Plaza, en Manhattan, han ascendido a varias veces esa cantidad. Sólo en mayo pasado, los gastos del mago del negocio inmobiliario se acercaron a los 600.000 dólares. Pero los números y la justicia mandan, y Trump se ha visto obligado a aceptar las condiciones leoninas impuestas por sus banqueros para rescatarle de un procesamiento por falta de pago.

Pocas horas antes de que terminara el plazo para que fuera procesado, la pasada semana, los bancos acreedores accedieron a facilitarle un crédito puente de 20 millones de dólares que le permitirá pagar los intereses de las obligaciones emitidas para construir el hotel casino Trump Castle y firmaron un acuerdo de principio para facilitarle otros 65 millones en nuevos créditos para hacer frente al pago de su deuda renegociada, que alcanza la cifra de 3.300 millones de dólares.

A cambio, los bancos han exigido una reducción de sus gastos personales mensuales a 450.000 durante este año, a 375.000 el próximo y a 300.000 en 1992. A partir de ahora, Trump, que en su libro El arte de negociar presumía de cómo los banqueros le perseguían para obtener que colocara con ellos su dinero, tendrá que sufrir la humillación de presentar un recibido a sus bancos acreedores por cada centavo que gaste.