LIamazares y la prostitución
La sensibilidad de Julio Llamazares (EL PAÍS del 14 de junio de 1990) hacia el "último deseo" de Thomas Baal, ejecutado en Nevada, nos hace estremecer... de horror. La naturalidad con que compara a una prostituta con una cena, igualándolas en precio y en valor, es sencillamente escalofriante, y su desacuerdo con el Estado, que niega el deseo a un pobre desgraciado porrazones que él considera de "curiosa moral", significa olvidar que safisfácer el deseo de este hombre y de otros muchos se consigue negando el deseo de las prostitutas, a las que nuestra sociedad considera cosas que se compran. Resulta muy piadoso por su parte no negarle al condenado a muerte algo para él tan fácil de conseguir como una mujer entre los brazos. Sus sentimientos humanitarios no alcanzan a las mujeres, a las que parece que tampoco dejará descansar de tan repugnante tarea como tenerle a él y a otros muchos entre los brazos hasta en el cielo, ¡qué infierno!.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
