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Tribuna:EFECTOS DE LA NUEVA CONTABILIDAD NACIONAL
Tribuna
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Economía española, años ochenta

"La economía española pareció superar con buena nota los numerosos problemas de los años ochenta", señala el autor de este artículo. Observa que del análisis de lo sucedido se pueden "derivar lecciones útiles" para la política de los noventa.

La reciente publicación por el Instituto Nacional de Estadística (INE) de las primeras estimaciones de los agregados económicos para 1989, permite disponer de datos globales sobre la economía española en el conjunto de la década de los años ochenta. El INE ha cambiado también el año de base de las nuevas cuentas nacionales, que ha llevado a 1985. También ha modificado el método de obtención de los valores añadidos por rama de actividad, tras la introducción del IVA en 1986. Es de esperar que dicho organismo público resuelva la posible discontinuidad que puede aparecer en las series históricas a precios constantes.De los datos macroeconómicos correspondientes a los años ochenta se pueden derivar algunas reflexiones acerca de lo que fue la actuación de la economía española en la pasada década. También se pueden observar algunos cambios en la estructura económica de España entre 1979 y 1989. Sin llegar a presentar resultados espectaculares respecto de la década de los setenta, la economía española pareció superar con buena nota los numerosos problemas de los años ochenta. Del análisis de lo sucedido en estos últimos años también se pueden derivar lecciones útiles para la política económica a desarrollar en los años noventa.

De acuerdo con la citada publicación del INE, se pueden distinguir en el comportamiento de la economía española en la década recientemente terminada cuatro períodos bien diferenciados.

-La etapa de recesión con desequilibrios correspondiente al trienio 1980-1982. El aumento medio del PIB a precios constantes en dicho período -fue sólo del 0,7% y los aumentos medios del IPC ascendieron al 14,5%. Los déficit corrientes de balanza de pagos se situaron por encima del 3% del PIB y la reducción del número de empleos alcanzó un promedio anual de 290.000.

-El período de ajuste y recuperación de los equilibrios, 19831985. El incremento medio del PIB fue del 2%, la inflación anualse redujo a un dígito y la balanza de pagos volvió a presentar superávit. La destrucción media anual de empleos fue todavía de 141.000 en dicho trienio, y el crecimiento económico se apoyó básicamente en las exportaciones. El ingreso de España en la CEE en 1985 y la adopción en 1985 de un conjunto de medidas de política económica muy favorables a la inversión en dicho año, junto con la mejora del excedente empresarial, iban a favorecer la recuperación de los años siguientes.

-Un tercer período, de expansión con equilibrios, situado entre1 986 y 1988. El crecimiento pasó a apoyarse en la demanda interna, sobre todo de inversión. El aumento medio de los precios fue del 6,2%, y la balanza de pagos sólo en 1988 presentó un desequilibrio moderado. La economía española aprovechó plenamente en este período el favorable contexto mundial que supuso la cotización más lógica del dólar, el descenso en los precios del petróleo y los menores tipos de interés que por estas fechas se registraron a nivel internacional. La creación media anual de empleos fue de 302.000.- Un último período de expansión con desequilibrios, que se inició en 1989, donde el fuerte empuje de la demanda interna (7,7%) no sólo mantuvo un alto incremento del PIB (4,9%) y del empleo (489.000 nuevos puestos de trabajo), sino que también generó un fuerte déficit comercial y por cuenta corriente en la balanza de pagos (2,8% del PIB) y una moderada aceleración de la inflación (6,9%. de variación anual del IPC).

En su conjunto, la década delos ochenta registró un crecimiento medio del PIB inferior al de los setenta (2,7% frente a un 3,8%), lo que fue coherente con la paralela evolución del empleo, que al final de 1989 sólo superaba en 346.000 puestos de trabajo al correspondiente al último trimestre de 1979. Sin embargo, como todo lo que termina bien deja buen recuerdo, hay que destacar que al final de los ochenta la economía española recuperó buena parte del aliento perdido desde 1974; y que su perfil general en 1989 era netamente mejor que el de 10 años antes.

Valores absolutos

Un análisis de los valores absolutos de los principales agregados macroeconómicos en 1989 permite también obtener algunas observaciones relevantes:

-El producto interior bruto de la economía española en 1989 ascendió a 45 billones de pesetas, lo que supuso un PIB por habitante de 8.806 ecus, el 65,5% del promedio de la CEE, frente al 57% de 1979.

-El peso de la inversión en capital fijo en el PIB fue del 24% en 1989, el segundo más elevado de la CEE en dicho año.

-El volumen de ahorro de la economía española a lo largo de los ochenta no sólo no ha descendido, sino que con el 22,6% del PIB obtenido en 1989 fue el más alto de la CEE y también el más elevado de toda la pasada década. Lo que resulta efectivamente reducido en España es la tasa de ahorro de las familias frente a su renta disponible media, una de las tasas más bajas de la CEE. Esteúltimo comportamiento se ha visto compensado hasta ahora por el elevado peso del ahorro de las empresas (beneficios no distribuidos después de impuestos, y excluidas las rentas de las empresas individuales).

-En los años ochenta aumentó a casi cinco puntos la tasa de asalarización (asalariados sobre el empleo total) de la economía española, al pasar del 68,1% del último trimestre de 1979, al 71,9% del mismo período de 1989, según datos de la EPA.

-Aunque el peso de las exportaciones de bienes y servicios en el PIB ha ascendido desde el

15% de 1979 al 18,5%, de 1989, esta participación fue la más baja de los 12 países de la CEE en el pasado año, donde el peso medio de dicha magnitud en el PIB ascendió al 28,5% en 1989.

-En la economía española de 1989, el peso directo de la industria había descendido hasta el 27,2% del PIB, frente al 30,6%, de 1979, mientras que el peso de los servicios se aproximó al 60%. Ha sido espectacular el aumento de participación de la producción imputada de los servicios bancarios.

-El peso del gasto público en la economía (consumo e inversión pública, trasferencias corrientes y de capital) ascendió desde el 33,1% de 1979 al 41,3% del PIB en 1989 (el promedio de la CEE fue del 46,3% en 1989), destacando sobre todo el aumento de las transferencias corrientes (que incluyen las prestaciones sociales) durante el período objeto de análisis.

La economía española superó bien un período tan agitado como fueron los años ochenta. A nivel mundial, la fuerte inflación existente al comienzo de la década dio paso a una de las recesiones más profundas de las registradas desde los años treinta (1979-1982). La explosión del problema de la deuda de los países en desarrollo generó fuertes tensiones en el sistema bancario internacional, tensiones que, unidas a la creciente volatilidad de los mercados financieros internacionales, dieron paso a la crisis bursátil de 1987.

Con la perspectiva que el paso del tiempo siempre introduce, lo más relevante de la política económica seguida en España en los años ochenta fue su fuerte convergencia con las actuaciones seguidas en el resto de países industriales. También se pueden considerar como medidas de más alcance las correspondientes al ingreso de España en la CEE y el denominado decreto Boyer de 1985, decreto de fuerte contenido keynesiano y que impulsó sobre todo la inversión en vivienda.

En una reciente publicación, el gobernador del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, E. G. Corrigan, al analizar la pasada década en el Informe anual de dicho banco para 1989, señalaba algunas de las lecciones derivadas de las experiencias de los ochenta: la incompatibilidad de la inflación con una economía estable y en crecimiento, la creciente necesidad de cooperación internacional en los asuntos económico-financieros, el carácter de arma de doble filo de los cambios registrados en el sistema financiero, la fuerte tendencia mundial hacia sistemas económicos más orientados hacia el mercado. De sus observaciones merece la pena destacar otra lección más: la necesidad de cautela ante los extremismos de la teoría y de la doctrina económica. Los problemas económicos no deben enfocarse desde aproximaciones demasiado apoyadas en las escuelas de pensamiento (keynesianismo, monetarismo, del lado de la oferta y expectativas racionales): al fin y al cabo, la economía y la teología no deben mezclarse.

Julio Rodríguez López es presidente del Banco Hipotecario de España.

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