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Juan Pablo Letelier

El hijo del ministro chileno asesinado, contra la pena capital

, "No siento odio, sino desprecio para quienes asesinaron a mi padre", afirma Juan Pablo Letelier, hijo de Orlando Letelier, ministro del presidente chileno Salvador Allende que fue asesinado en Washington en 1976 por sicarios del entonces dictador, Augusto Pinochet. El día en que su madre comunicó a sus hijos la trágica noticia lo hizo con las siguientes palabras: "Lo único que les pido es que después de que todo pase no odien a nadie". A los 29 años, Juan Pablo ha cumplido la petición: fue uno de los parlamentarios que habló en el Congreso para apoyar una ley que suprime la pena de muerte.

Socialista como su padre y con formación cristiana, Juan Pablo Letelier, economista formado en Georgetown (Washington), conserva aún de su vida en el exilio en EE UU un cierto acento norteamericano.

La Corte Suprema ordenó a la justicia militar reabrir el caso Letelier en Chile, presionada por tres hechos. El FBI detuvo a uno de los cubanos anticastristas que participó en el atentado. Enseguida el diario La Época ubicó a una ex miembro de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), la policía secreta de Pinochet involucrada en el caso, y, por último, el Gobierno de Aylwin inició un sumario sobre los pasaportes falsos entregados durante el régimen militar a los agentes de la Dina que viajaron a Washington en 1976.

El caso está en manos de un juez militar, que no ha citado a declarar al general en retiro Manuel Contreras, ex jefe de la Dina, y al brigadier Pedro Espinosa. Los dos oficiales han sido acusados de planificar el atentado contra Letelier, pero la justicia chilena negó la extradición de ambos a EE UU.

El diputado Letelier, al igual que el Gobierno democrático, no generaliza hacia todas las fuerzas armadas chilenas la responsabilidad por las violaciones a los derechos humanos. "Sólo algunos individuos o grupos son culpables", dice. Cuando se encuentra con algún militar, Letelier no alude al crimen de su padre. Sostiene no sentir ánimo de venganza porque "los que luchamos contra la cultura de la muerte somos moralmente superiores a los que la practicaron".

La sed de justicia lo ha llevado, al igual que a otros parientes de Orlando Letelier, a un activo papel para esclarecer el crimen. El diputado quiere saber la verdad y también que se aplique justicia. Pone tres condiciones para perdonar a los asesinos de su padre: "Debe haber arrepentimiento, confesión y penitencia de los responsables, esta última definida por una corte".

Desde que llegó a Chile, en 1983, cuando comenzaron las protestas sociales contra la dictadura, se ha sobrepuesto al significado de llevar en Chile el apellido Letelier. "Asumo como gran honor y responsabilidad ser un hijo de Orlando en la actividad política. Esto me impone la exigencia adicional de demostrar que tengo mis propias opiniones, que mi vida tiene otros sentidos", afirma.

Pocos creían que saldría electo cuando se presentó como candidato a diputado en una zona rural cercana a Santiago, llamada el riñón de la oligarquía. Letelier no sólo fue elegido, sino que salió el primero en este distrito campesino, sin usar en la campaña su condición de hijo de Orlando Letelier, sobreponiéndose a su acento y a la tradición del lugar. Su triunfo significó para él, en cierto modo, superar la tragedia que ha marcado su vida.

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