Sol de justicia en el día grande de San Isidro
El alcalde Agustín Rodríguez Sahagún dejó bien claro que él, en las fiestas patronales, sí va a misa, y asistió a dos seguidas. Bajo un sol justiciero, los piragüistas convirtieron el descenso popular del Manzanares en un refrescante chapuzón. Un grupo de tractoristas compitió en Algete por el premio a la habilidad. En el Real Cortijo se subastaron productos de la tierra. En Coslada se cerró el día con la degustación tumultuosa de una tarta de 1.000 kilos.
Mientras actuaban los miembros de las casas regionales en la plaza Mayor, numerosos jóvenes comprobaron que el Manzanares, además de poderse recorrer parcialmente en piragua, podía atravesarse a nado. El VI Descenso Popular del Manzanares congregó a 130 jóvenes dispuestos, muchos de ellos por primera vez, a dirigir una piragua y hasta salvar, mediante una rampa, el principal obstáculo de la prueba: el desnivel de una de las presas que dividen el río."Somos los mejores", gritaron los tres tripulantes de la primera canoa que bajó la rampa. No les dio tiempo a más. La canoa volcó al estrellarse contra la lancha de la Cruz Roja, y los piragüistas se convirtieron en nadadores.
No fueron los únicos. Tras persignarse, taparse los ojos, poner cara de circunstancias, coger el remo como si fuera una lanza o dar algún que otro grito, unos volcaban y otros chocaban contra el muro lateral del río o se abalanzaban sobre las que acababan de salvar el escollo. Incluso uno de los aficionados se salió de la rampa y se lanzó presa abajo sin que, afortunadamente, la caída pasara del susto. Otros, sin embargo, mostraron la experiencia lograda en sus fines de semana y recorrieron sin problemas el trecho existente entre el puente del Rey y la presa situada aguas abajo del puente de Segovia.
En torno a la ermita
Cerca de este punto, miles de madrileños se congregaban en torno de la ermita del santo. A diferencia de otros años, eran muchos los asistentes vestidos con el típico traje de madrileño que compraban rosquillas tontas, listas y de Santa Clara, buscaban un árbol bajo el que tumbarse o aguardaban largas colas -más largas de lo habitual- ante la ermita.Hacia las 12.30, el senador y ex alcalde Juan Barranco acudió con algunos concejales de su grupo a beber el agua del santo y a estrechar la mano de algunos de los asistentes. Poco antes de la una de la tarde, hora en la que estaba previsto el comienzo de una misa al aire libre junto a la ermita, llegó en su vehículo oficial Agustín Rodríguez Sahagún. "No viene en calesa, como hacía Barranco", decía una señora con gesto de reprobación, mientras el alcalde era aplaudido por una parte de los asistentes.
En efecto, las calesas no aparecieron este año por la ermita La utilización del coche no debió ser bien vista por los miembros de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos, que a pocos metros de la ermita hacían campaña a favor de un día sin coches. Los partidarios del transporte público no eran los único con pancartas. "Salvad la Casa de Campo", pedían los vecinos de Aluche, preocupados ante la eventualidad de que el Ayunta miento autorice la ampliación del Parque de Atracciones.
El alcalde saludó al obispo auxiliar Francisco Pérez y Fernández-Golfín y al párroco de la ermita, Manuel González, y firmó en el libro de la parroquia. Rodríguez Sahagún acababa de asistir con su equipo a la misa oficiada en la catedral provisional de San Isidro por el cardenal Ángel Suquía. Por ello, cuando, en la ermita, el alcalde y los concejales que le acompañaban fueron invitados a situarse en la tribuna de invitados colocada tras el altar algunos ediles hicieron mutis por el foro. "La anterior ha durado una hora y tres cuartos", se excusaba un concejal popular.
Un chulapo llamado Matanzo
Entre los invitados en la tribuna destacaba, sin embargo, Ángel Matanzo y su esposa, ambos vestidos de chulapos desde la cabeza hasta los pies. "Creía que lo había visto todo, pero está claro que me equivocaba", decía un compañero de coalición.Por la tarde, la fiesta se trasladó al centro, en especial a la Castellana, para presenciar la etapa final de la Vuelta Ciclista a España. Y después se repartieron por las verbenas de San Isidro y La Vistillas o acudieron al recital de música pop en el pabellón de deportes del Real Madrid, o a la sesión de jazz del teatro del Príncipe, o al de zarzuela en la voz de Plácido Domingo en el Auditorio Nacional.
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