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Cor van der Klugt cesa en la presidencia de Philips

Isabel Ferrer

Cor van der Klugt, presidente mundial de Philips, fue destituido ayer por la multinacional holandesa de la electrónica poco después de conocerse los escasos beneficios logrados durante el primer trimestre del año: seis millones de florines (360 millones de pesetas) frente a los 220 millones de florines (13.200 millones de pesetas) facturados en el mismo periodo de 1989.

Con su marcha, el próximo 1 de julio la firma comienza una operación de limpieza que afectará a un número no especificado de los casi 300.000 directivos y empleados repartidos por todo el mundo. Tras conocerse la noticia, aumentó un 5,5%. la cotización de las acciones de Phlllps en la Bolsa de Amsterdam.La caída de Van der Klugt, de 65 años, 40 de servicios y cuatro al frente de la empresa, ha sido acelerada por su empeño en retener los datos reales a la directiva y junta de accionistas en espera de que mejoraran. Una actitud que ha dañado, según ambas, la reputación e imagen del primer fabricante mundial de televisores tras el japonés Matsushita y el décimo grupo industrial del mundo. Y que sobre todo dejó sin respuesta a la cúpula de Philips cuando las pérdidas fueror anunciadas en público la pasada semana.

Su sucesor será Jan Timmer ahora vicepresidente, y conocido en la casa por las drásticas medidas que suele aplicar a los departamentos poco rentables. Timmer tiene 57 años y ha conseguido renovar el sector de electrónica dedicado al consumo (grandes y pequeños electrodomésticos) convertido en uno de los más rentables de Philips. Su principal tarea consistirá en sanear la división de ordenadores y comunicación y la de componentes electrónicos ahora mantenidas con los beneficios de las de electricidad y electrodomésticos.

Microprocesadores

Las mayores pérdidas proceden, sin embargo, del empeño de la multinacional en proveerse de sus propios microprocesadores para evitar la depedencia de empresas niponas. Durante los años ochenta, Philips ya trató de renovarse integrando las operaciones de sus fábricas y departamentos de Japón, Estados Unidos y Europa. El poder pasó entonces de las organizaciones nacionales a las divisiones de productos en una operación que costó unos 4.000 millones de florines. Entre 1986 y 1989, el ahora ex presidente ordenó, por su parte, el cierre de 75 de las 420 fábricas de la casa. Como consecuencia de ello se redujo en un 10% (32.000 personas) el número total de trabajadores.Confrontado a un conflicto Iaboral que parece inevitable, Jan Timmer deberá decidir también en los próximos meses si mantiene, a pesar de las pérdidas y anuncios de continuidad, la línea de ordenadores y la fabricación de microprocesadores. O si, por el contrario, aconseja una fusión.

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