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El Papa celebra en Praga el fin de "la utopía comunista"

El papa Juan Pablo II celebró ayer en Praga, al comenzar su visita a Checoslovaquia, la revolución democrática en los países de Europa del Este y afirmó que el comunismo había constituido "una trágica utopía" que ya ha sitio condenada al fracaso. En su primera visita a Europa del Este, con excepción de las realizadas a su Polonia natal, el Papa ahogó por la caída "de todos los muros que dividen a los hombres y a los Estados" y rindió homenaje a "la Iglesia del silencio" en esos países.

Juan Pablo II, tras besar tierra checoslovaca en el aeropuerto internacional de Praga, afirmó que "Ia pretensión de construir un mundo sin Dios se ha demostrado una trágica ilusión". En otro de los cinco discursos pronunciados en Praga, el Papa formuló un llamamiento al mundo,tras la caída de "Ia torre de Babel" marxista, en favor de "una lengua común y una comprensión nueva entre los pueblos".Juan Pablo II, que fue aplaudido con una intensidad que sólo encuentra precedentes en la historia de las giras papales en su primer viaje a Polonia, hizo una condena implacable del sistema comunista, por su "violenta aplicación de una ideología materialista". Dijo asimismo que esos regímenes "emprenden el largo viaje de la libertad".

El Papa polaco celebró por la tarde una misa ante 600.000 personas en la explanada de Letana, en la misma donde suelen exhibirse las compañías de circo, donde se celebra la manifestación de trabajadores el Primero de Mayo y donde se hacían en el pasado los desfiles militares.

El imponente altar, cubierto de flores con los colores vaticanos (blanco y amarillo), había sido levantado enfrente de lo que hasta 1956 había sido el gran mausoleo de Stalin, que dominaba Praga desde lo alto. Ayer, el Papa, que no dudó en decir que ha sido Dios quien había preparado desde lejos a un Pontífice eslavo para guiar este momento, dijo a los checoslovacos que no sólo es un Papa que "conoce su lengua", sino que también "supo comprender su silencio".

El Papa afirmó también que la forma en la que la Iglesia Católica había integrado a la oposición contra el comunismo reforzaba ahora su autoridad moral.

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