Telemadrid
Andan descontrolados los partidos políticos que controlan a los miembros del Consejo de Administración de Radiotelevisión Madrid, que a su vez pretenden controlar a un grupo de excelentes profesionales que realizan -sin otro autocontrol que el servicio a la información, y ahí les duele- los mejores telediarios que podemos contemplar quienes vivimos en esta autonomía. Tienen los partidos la peregrina idea -en este y en otros terrenos- de creerse los reyes del mambo sólo porque en su día sus respectivos simpatizantes les votamos. Olvidan, precisamente, que nuestro voto les fue entregado para que defiendan nuestros derechos. Y que, entre éstos, el derecho a una buena información no ocupa precisamente un lugar secundario. Resulta bastante penoso que, desde sus cargos burocráticos -por cierto, me gustaría saber cuánto cobra del dinero público un consejero-, se dediquen a zascandilear para arrimar el ascua a su sardina, lo cual, en este caso, quiere decir iluminar mejor al tiburón de turno.El ciudadano que se sienta ante el televisor y conecta con telemadrid a las nueve de la noche abre una ventana por la que se cuelan gratas brisas: noticias no manipuladas, un poco de malicia cuando la ocasión lo requiere, informaciones bien redactadas, imágenes directas, y el encanto de unos comunicadores que no huelen a pasillo ni a guardarropa, sino más bien a muchas horas de trabajo detrás de la pantalla. Puede que el equipo que dirige Pedro Erquicia no encuentre interesante reportear el fascinante evento de Rodríguez Sahagún plantando un arbolito, pero los colegas que nos movemos por ahí coincidimos a menudo con ellos, porque están siempre donde tienen que estar, donde se produce la noticia.
Si les echan, o les fuerzan a irse, no habrán perdido sólo ellos. El problema es que nosotros, los destinatarios de su trabajo, no habremos podido hacer nada para defenderles.
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