Becker, ausente de la Copa Davis, defiende su derecho a pensar libremente
"¿Es que Alemania es Becker? ¿Qué se me exige en resumidas cuentas?". Boris Becker se expresa en estos términos en una carta que ha enviado al periódico Der Spiegel. El jugador quiere romper con su imagen de alemán modélico y reivindica su derecho a pensar en contra de la opinión de sus compatriotas, además de no cargar siempre con el peso de la responsabilidad del deporte alemán. Todo es consecuencia de su decisión de no jugar la Copa Davis en 1990. La RFA, pese a su ausencia, eliminó el pasado fin de semana a Holanda.
El triple campeón de Wimbledon, que ha mostrado sus reticencias sobre la reunificación alemana, sus simpatías por los ecologistas y autonomistas, ha iniciado así su campaña contra la prensa conservadora de gran tirada, que le había tratado como a un ídolo y ahora le reprocha su "traición".Becker ha escrito forzado por su ausencia de la Copa Davis y no ha escondido su amargura: "El que durante cinco años ha dado todo lo que tiene a la RFA, no puede permitir que cualquier aficionado diga que traiciono a mi país. Y además, ¿es que soy tan importante? ¿Soy yo Alemania? ¿Qué conclusión debo sacar de todo esto? ¿Qué se me está exigiendo? ¿Qué he llegado a ser para esta nación?".
"Hipocresía"
Y el jugador continúa: "Cinco años de Boom Boom Becker han llevado a la construcción sobre mis hombros de una industria de deportes y ocio que me pesa cada vez más. Si ahora alguno de mis patrocinadores no están satisfechos conmigo, la respuesta es simple: yo no soy su producto y no pertenezco a nadie. Lo que me repugna es la hipocresía y la obligación de tener que jugar un rol. Me rebelo contra la opinión extendida de que el deportista de alto nivel puede poner a prueba su cuerpo hasta sus límites, pero debe dejar la facultad de pensar a otros".Boris Becker explica que sufre hoy el sentimiento muy fuerte de tener que decidir cómo debe continuar en su carrera deportiva y, lo que para él es más importante, en la vida. El actual número dos mundial, que escribe sobre su intención de que "el maldito ordenador de la lista de la Asociación de Tenistas Profesionales" le señale algún día como el número uno, critica también a su federación: "Le pido que termine de organizar sus fiestas con caviar porque si no, Boris Becker no estará allí".
Becker finaliza su carta rechazando ser un ídolo y ve "una victoria personal" en que acepta mejor la derrota y en que felicitó a Wilander, su vencedor en el reciente Open de Australia. "Estoy buscando la normalidad", concluyó.
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