Amor, belleza y muerte
Suele decir Julio Caro que el ser humano, en su etapa crepuscular, debería dedicar buena parte de su energía y tiempo a prepararse para asumir la muerte con dignidad y entereza. Pocos ejemplos más hermosos que la muerte de John Huston, quien, libre y conscientemente, elige un relato, Los muertos, de Dublineses de Joyce, para dar por terminada una larga y fecunda vida repleta de aciertos, algún error, y una apasionada manera de entender el hecho mismo del vivir. Imaginar el rodaje de Los muertos dirigido por un octogenario que necesita de una silla de ruedas, de la mascarilla de oxígeno y de la presencia constante de asistencia médica para trasladar al cine una hermosa historia del Dublín de 1904 que alcanza su máxima perfección en una larga, lúcida y dolorosa reflexión en torno al amor y la muerte resulta, cuando menos, estremecedor. Huston, con la simple elección de un relato en el que, en definitiva, su creador sabe que amor y muerte pueden llegar a conformar un sólo concepto, coloca el listón de la dignidad en cotas difíciles de intuir.
Todo ocurre durante la noche de Epifanía en casa de la señorita Parkinson, un micromundo en el que está representado el humano Mundo. Detalles sabios, gestos que conforman el carácter de quien los realiza: católicos, amantes del alcohol y del bel canto, nacionalistas, rapsodas, gentes de bien que no conciben el desorden pero que son capaces de apreciar la belleza de un raro y antiguo poema irlandés, Promesas rotas, demoledora descripción de la infidelidad, o que se conmueven con una bellísima balada que provocará la nostalgia de Anjelica Huston, el recuerdo de un primer amor al que la muerte incrustará para siempre en la memoria de la amada. Instantes fugaces inmersos en una atmósfera de serena armonía.
"...Todos nos convertiremos en sombras. Es mejor pasar a ese otro mundo impúdicamente, en la plena euforia de una pasión, que irse apagando o marchitarse tristemente con la edad..." comenta Donald Mc Cann mientras cae la nieve.
Huston, en el testamento que hoy pueden contemplar, nos legó algo inestimable: la convicción de que el amor, la belleza y la muerte pueden llegar a confundirse.
Dublineses se emite por Telemadrid a las 22.45.
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