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Crítica:CINE EN TELEMADRID
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El placer del 'western'

Sam Peckinpah es el responsable de Duelo en la alta sierra, pero fueron los críticos británicos y franceses quienes convirtieron la película en un producto ineludible a la hora de hablar del western. Ellos colocaron en el ranking que correspondía dentro del género a una película que en Estados Unidos se exhibía en cines de programa doble.Peckinpah no se limitó en 1961 a reconstruir con veracidad y con rigor histórico viejos escenarios del género y a recrearse en los tópicos al uso. Duelo en la alta sierra es sobre todo una interpretación personal que refleja lúcidamente el mayor homenaje y la mejor réplica al western clásico. Es también una crítica desenfadada que apunta el fin de un género que ilustró una época histórica agotada temáticamente en la actualidad.

Para enlazar con lo clásico nada mejor que contar en el reparto con dos intérpretes míticos: Randolph Scott y Joel McCrea, dos pioneros de la pradera que repiten el esquema de pistolero a sueldo y vaquero honrado, dos viejos amigos que vuelven a encontrarse desposeídos a pesar de tantas aventuras para enfrentarse de nuevo con los forajidos.

Para Peckinpah fue su segundo largometraje, era un principalmente en el que confió la Metro; pero su experiencia como realizador y guionista de series televisivas sobre el western y su propia ascendencia india eran suficientes para demostrar su autoridad en el tema. El bien frente al mal, el valor, la dignidad y la acción trepidante de la epopeya clásica se resumen en una obra realista que retrata la descomposición de un mundo. Peckinpah llevó el western por los derroteros de la tragedia, recuperando aquel territorio, aquel espacio abierto de las grandes cabalgadas que daban sentido de conquista, peligrosidad y carácter batallador a los pioneros.

Aunque su nombre no figura en los títulos de crédito como guionista, Sam Peckinpah reescribió a su modo una historia convencional aportando autenticidad y elementos realistas que conocía desde su juventud -como la reconstrucción del campamento de mineros con su miseria, prostitución y comercio- o relatos que conocía, transmitidos por los viejos testigos de la época.

Desarrolló un diálogo con nervio e imprimió fuerza a la caracterización de los personajes con la conciencia de intentar desmitificar el viejo Oeste, de corregir esa imagen superficial y falsa que con frecuencia transmite el cine.

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